Una semana después
—¿Papá? ¿Lali? ¿Hay alguien ahí?
Lali oyó la voz de su hermana en el piso de abajo y le alegró poder tomarse un descanso. Llevaba toda la tarde sumida en los detalles de un acto que estaba organizando. Desde que Valeria se casara, Lali no la veía tanto como antes.
Se levantó de la mesa y encontró a su hermana echando una ojeada a la pila de correo amontonada junto al arreglo de flores frescas situado en el centro de la mesa redonda del vestíbulo. Parecía agotada. Al oír que Lali se acercaba, Valeria levantó la vista y puso los ojos en blanco.
—Un periodista trató de pasar detrás de mí la barrera de seguridad —le espetó, haciendo un gesto con la mano en dirección a la puerta principal—. Estaba acampado fuera, esperando.
Lali se acercó a abrazar a su hermana y frunció un poco el ceño.
—Lo siento. Creía que a estas alturas el asunto ya no les interesaría.
—No es culpa tuya —dijo Valeria con un suspiro, devolviéndole el abrazo—. Y tarde o temprano, perderán el interés y se irán a molestar a otra parte.
—Bueno, ¿y qué haces por aquí? —preguntó con tono distraído, pensando aún en el periodista. Una cosa era que la acosaran y molestaran a ella por culpa de sus estúpidos actos, y otra muy distinta que metieran a su familia en el escándalo.
—Como Rama no vendrá a casa a cenar porque tiene una reunión tarde, he venido a veros a papá y a ti, y comer algo con vosotros. Por no mencionar recoger el correo que aún me envían aquí —dijo Valeria, metiéndose un par de cartas en el bolsillo del bolso.
Hacía un año que ya no vivía allí, pero el proceso de cambio de dirección llevaba su tiempo, y de vez en cuando todavía llegaban cartas para ella.
—La cena se servirá a las siete, como siempre, y que yo sepa, todo va bien por aquí. Papá sigue en el despacho y yo estaba trabajando en la organización de un acto benéfico, para recaudar fondos para un refugio para animales.
—¿Nos invitarás a Rama y a mí?
—Por supuesto.
—Parece que alguien te envía algo importante —dijo su hermana, haciendo un gesto hacia la carta situada encima de todas las demás.
Lali tomó el grueso sobre y leyó la dirección del remitente, estampado con un elegante membrete en relieve en un tono azul oscuro en un sobre de gran calidad:
S.A.R. Príncipe Juan Pedro Lanzani, Reino de Glendovia.
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