Desde pequeño le habían enseñado que tenía que ser duro y fuerte y que jamás debía pedir favores ni tener esperanzas de ningún tipo.
Mientras estaba en el atasco de la hora de comer de Ginebra, sonó el teléfono de su coche. Era Pablo Martines, su abogado.
Creo que es mi deber, como tu representante legal, recordarte que tenemos cierto asunto pendiente le dijo en tono divertido.
Pablo y Peter habían ido juntos a la universidad y Pablo se - permitía con Peter ciertas bromas que ninguno otra persona se permitía. Sin embargo, Peter no estaba hoy de humor.
-Ve al grano -lo urgió.
-Llevo un tiempo queriéndotelo decir... pero estaba esperando a ver si sacabas tú el tema. Han pasado ya cuatro años. ¿No va siendo hora ya de que termines con tu matrimonio de conveniencia?
Aquella noticia lo pilló de sorpresa, y a Peter se le calo el coche provocando que los demás conductores le insultaran y le pitaran, pero él no hizo ni caso.
-Creo que deberíamos quedar esta semana porque yo me voy de vacaciones el lunes -continuó Pablo..
-Esta semana es imposible -contestó Peter.
Espero no haberte importunado recordándotelo dijo Pablo.
-No me había olvidado de ese asunto, lo que pasa es que me has pillado por sorpresa -rió Peter.
-Creí que eso no era posible -bromeó Pablo.
-Ya te llamaré luego... el tráfico está fatal -contestó Peter dando por finalizada la conversación.
Pablo había hecho bien sacando el tema de su matrimonio, un matrimonio de conveniencia en el que Peter no había tenido más remedio que embarcarse hacía cuatro años.
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