Monday, April 27, 2015

capitulo 50

Un estremecimiento perturbó su rigidez. Le daban ganas de pegarle, de gritarle. Quería herirle tal como él la había herido a ella, aunque no tenía poder para ello. Para él todo había sido un juego y ella no era más que un peón sobre el tablero, un peón, ni siquiera una pieza importante. Le daban ganas de llevar a cabo algún gesto dramático, de castigarlo, pero estaba fuera de su alcance. No podía marcharse sin más. No tenía dinero, no tenía donde ir, y tenía que pensar en Rosie. En cualquier caso, ya había desempeñado, sin saberlo, un papel en el juego de Peter. En cuanto a su padre, después de lo sucedido, ¿le quedaba algo que pudiera salvar su relación con él? No lo creía, pero era mejor así.
-¿Y qué... qué has planeado para mi hermana? -dijo entre dientes.
Peter se estaba sirviendo un vaso de brandy y el cabello le brillaba a la luz del fuego de la chimenea, que también destacaba su perfil clásico, la forma aristocrática de su nariz y su boca perfecta. Parecía un ángel vengador, incólume ante las emociones humanas. Acabaría con Candela, la destrozaría.
-Es asunto mío... nada que ver contigo -dijo Peter mirándola a los ojos-. Y aunque la avisaras, no te creería.
Lali no quiso hablar, pero era cierto que su hermana no la escucharía, aunque ella lo intentaría con todas sus fuerzas. No tenía la menor intención de ayudar a Peter con su silencio.
Poco a poco, sentía mayores deseos de saber hasta dónde había llegado Peter en sus deseos de venganza. ¿Cuántas veces había visto a Candela? ¿Le había hecho el amor? Santo Dios, las imágenes que se agolpaban en su indisciplinada mente le daban náuseas. Y sorprendió en su interior una emoción más vergonzosa y humillante que cualquiera que hubiera experimentado hasta entonces.
Estaba celosa y sentía unos celos amargos como la bilis. Ese descubrimiento la destruyó. Que pudiera sentir celos después de todo lo que sabía era odioso, vergonzoso.
-Voy a salir -dijo Peter.
-¿A ver a Candela? -le preguntó Lali, sin pensar, arrepintiéndose de la pregunta nada más hacerla.
-Cuando crea conveniente que sepas adónde voy, te lo diré -dijo Peter suavemente-. Y en este momento lo único que tenemos es una relación de trabajo poco convencional, pero más allá de eso, nada.
Nada, se repitió Lali. Ya no la necesitaba para nada. Había hecho su parte a conciencia, Peter ni siquiera había tenido que hacerle el amor de verdad para presenciar su mejor actuación. Subió las escaleras lentamente, como una anciana, y una vez arriba tuvo que precipitarse al baño porque se sentía física, realmente, enferma.
Mientras se recuperaba no hacía mas que darle vueltas a lo que le había dicho:
nada. Su cruel escarnio había sido como echarle sal a las heridas frescas. Además de humillada, se sentía completamente destrozada. Y muy en su interior sabía que la herida infligida había sido mucho más terrible de lo que podía haber imaginado en sus más horribles pesadillas.

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