Tuesday, April 28, 2015

capitulo 58

Lali se puso más pálida todavía. Peter estaba hablando de la ley. Pero se tranquilizó al pensar que podría decirle la verdad al cabo de unos días. Entonces, Rosie y ella volverían a la calle. Se preguntó si habría empezado con todo aquello de haber sabido a dónde iba a llevarla.
-Naturalmente, lo más sensato es que acabemos con esto de una vez -dijo Peter-. Al fin y al cabo, no se puede falsear una prueba de ADN, y si esto es un estúpido intento de alejarme de Candela, estoy dispuesto a perdonar y olvidar si me dices la verdad ahora mismo. No voy a despedirte. Sólo nosotros tres lo sabemos, todavía.
El silencio que siguió, le puso a Lali los pelos de punta. Peter le ofrecía una salida digna, el completo perdón y ella estaba ansiosa por aceptarlo. La mentira había crecido hasta convertirse en una gran nube negra que pesaba sobre su cabeza. Se había transformado en algo más grande y más serio de lo que ella había llegado a sospechar. Pero recordó al niño de Candela y aceptó la necesidad de mantener la mentira algún tiempo más.
Trató de encontrar la clase de detalles que disuadieran a Peter de hacer las preguntas más íntimas. Se acercó a la ventana y suspiró.
-Hicimos... hicimos el amor en... en el suelo. No duró mucho -dijo, ruborizada hasta la raíz del cabello-. Ni siquiera te desnudaste. Luego... me dijiste que me fuera y me marché a casa. ¿Quieres saber algo más?
El silencio resonó como una tormenta. Peter respiraba pesadamente.
-Creo que no quiero saber más detalles -dijo por fin.
Cuando supiera que todo era mentira, se decía Lali, la estrangularía. Pero en aquellos momentos sintió un gran alivio, porque le daba la impresión de que no habría podido soportar el interrogatorio durante mucho más tiempo.
-¿Y cuándo supiste que estabas embarazada?
Lali parpadeó.
-En Londres.
-Estabas con tu madre, ¿por qué no insistió ella en que me llamaras?
-Yo no le dije quién era el padre de mi hija.
-¿Y la Seguridad Social? Creo que ahora insisten en saber el nombre del padre para obligarle a pasar una pensión a la madre.
-Pero -dijo Lali alarmada-, yo nunca pedí ayuda a la Seguridad Social.
Peter parecía consternado. Andaba de un lado a otro como un tigre enjaulado. Lali sintió una pequeña satisfacción. Por lo menos, mientras estaba con ella, no estaba con Candela, y empezaba a pensar que unos cuantos días de preocupación era lo que merecía por el imperdonable modo en que la había utilizado. Lo odiaba y lo despreciaba, se dijo, apretando los puños.
-¿Y cómo has vivido? -le preguntó Peter.
-Iba vendiendo las joyas de mamá.
Peter profirió una maldición. Estaba pálido y tenía el rostro en tensión.
Era hora de soltar un poco la cuerda, se dijo Lali, y dejar que se tranquilizara
un poco.

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