-Entonces, fue prematura...
-Sólo por dos semanas -dijo Lali. En realidad, Gimena había dado a luz con diez días de retraso.
-¿Dónde nació?
Lali mencionó el nombre del hospital.
-En tu posición, la mayoría de las mujeres habría abortado.
-Gimena tenía objeciones religiosas... -dijo Lali, y se dio cuenta de su resbalón.
-¿Y te convenció de seguir adelante con el embarazo?
Lali asintió.
-¿Tuviste dificultades en el parto?
Lali palideció, porque, aquella respuesta sí la conocía bien, puesto que conocía la pesadilla que una mujer puede experimentar en el parto.
-Mira, no quiero hablar de eso contigo.
-Es una pena que no fueras tan tajante cuando te eché en el suelo hace tres años -murmuró Peter apretando los dientes-. Deberías haberme dicho que no y ahora no estaríamos hablando de esto.
-Bueno, no dije nada porque...
-Ya, lo comprendo... pero no es algo que me haga sentirme orgulloso. Nunca he tratado a una mujer así en mi vida.
Era evidente que la escena de sexo que Lali había inventado para su propio beneficio había dañado el ego masculino de Peter.
-¿No? Me sorprendes.
Peter se inclinó lentamente hacia ella y tiró de ella para levantarla del sillón, ante lo que ella no opuso resistencia.
-No -repitió Peter muy despacio, y, al agarrarla por el brazo, le rozó el pecho.
Lali se estremeció al sentir el roce de su dedo. Debajo de la camiseta, su sensible piel se hinchó y el pezón se endureció. Cerró los ojos involuntariamente y suspiró. Peter le acarició el pezón con el pulgar, esta vez a propósito, y a Lali se le hizo un nudo en el estómago.
-Si aquella vez respondiste así -murmuró Peter con voz grave-, incluso la mesa de la cocina habría sido un lugar adecuado para hacer el amor.
Lali estaba dominada por una repentina sensualidad que le hacía olvidar cuál era la verdadera situación. Abrió los ojos, pero era demasiado tarde. Peter la besó en la boca y la abrazó, levantándola del suelo para llevarla al sofá, sin dejar de besarla.
El sofá era como una roca y Lali se hizo daño en la espalda, pero no le importó. El dolor era irrelevante en comparación con la intensidad de otras sensaciones que empezaban a dominarla. Peter se echó sobre ella, sin dejar de besarla en la boca, y hasta que sus cuerpos estuvieron completamente pegados el uno al otro. Lali empezaba a arder, mientras Peter exploraba su boca con la lengua. Gimió al sentir que Peter le separaba las piernas para que su cadera reposara entre su pelvis.
Le subió la camiseta, luego le desabrochó el sujetador. La besó en un pecho. A Lali se le hizo un nudo en la garganta y arqueó la espalda mientras Peter le lamía el
pezón con habilidad y le acariciaba el otro pecho. Lali se dejó invadir por una oleada de sensaciones que la hizo gemir.
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