¿Lo habría encontrado? ¿Tal vez por eso no había pedido el divorcio todavía?
Mientras se hacía aquellas preguntas, Peter tuvo apenas un segundo para reaccionar cuando una niña irrumpió en la calzada siguiendo a un perro. Frenó en seco y dio un volantazo para no atropellarla.
El Ferrari se estrelló contra un muro, pero no le hubiera sucedido nada si otro coche no lo hubiera golpeado. Cuando la segunda colisión se produjo, Peter sintió un fuerte dolor en el cuello y se desmayó.
Lo llevaron al hospital con la fotografía de Lali apretada en la mano y avisaron a Julia, la hermana de su padre. Cuando la mujer de sesenta años llegó al hospital, bastante enfadada, se encontró con que Peter había recuperado la consciencia pero tenía amnesia.
-¿Ha avisado usted a la esposa del señor Lanzani? -le preguntó el médico.
-Peter no está casado -contestó su tía.
-Entonces, ¿quién es esta mujer? -le dijo el médico sorprendido mostrándole la fotografía.
Julia, también sorprendida, estudió la fotografía y leyó la dedicatoria. ¿Peter se había casado con una inglesa? ¡Madre mía, qué secretos tenía aquel hombre!
Julia entendía que no hubiera hecho público su enlace porque odiaba a la prensa,
pero, ¿cuándo pensaba decírselo a su familia?
En cualquier caso, recibió la noticia con alegría pues eso quería decir que ella se podía marchar al día siguiente con su novio, Dieter, a inaugurar una galería de arte de Milán como tenían previsto.
Con aquello en mente, corrió a llamar a la misteriosa esposa de su sobrino.
Cuando Lali entró en casa y vio a su hermana Luz preocupada, sintió un escalofrío por la espalda.
-¿Qué pasa? -le preguntó dejando el periódico sobre la mesa.
-Ha llamado una mujer mientas estabas fuera... quiero que te sientes antes de decírtelo -dijo Luz con madurez a pesar de sus diecisiete años.
-No te pongas melodramática -contestó Lali con el ceño fruncido-. Tú estás aquí, de una pieza, y eres la única familia que tengo. ¿Quién ha llamado y qué te ha dicho?
-Peter Lanzani ha tenido un accidente de coche.
Lali sintió que palidecía.
-¿Ha muerto? -consiguió preguntar.
-No -contestó su hermana pasándole el brazo por los hombros y haciendo que se sentara en el sofá-. La que ha llamado era su tía, pero no hablaba casi nada de inglés...
-¿Está grave? -preguntó Lali temblando de pies a cabeza.
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