-¿Por qué mentiste así? Hasta que volví a casa no me di cuenta de que Peter estaba tan sorprendido como yo. Negó ser el padre de tu hija... me dijo que nunca había tenido ninguna relación contigo. ¡Me dijo que había estado bebiendo!
Lali la condujo al cuarto de estar. Rosie estaba dibujando en la cocina, de modo que podía estar tranquila algunos minutos.
-No sé cómo te creí -espetó Candela con rabia.
Lali pensaba muy aprisa.
-No sabía que ibas a hablar con él. No recordaba nada de aquella noche, y no sabía nada de Rosie hasta que tú se lo dijiste.
Candela no había tenido en cuenta ese punto de vista.
Lali siguió presionando.
-Yo nunca me habría atrevido a hablarle de Rosie... así que debería darte las gracias.
-¿Darme las gracias? -dijo Candela-. ¿Darme las gracias por qué?
-Por hacernos un gran favor -dijo Lali sonriendo ante su furiosa hermana-. Peter sí cree que Rosie es su hija, y no sólo le gusta el hecho, sino que quiere a la niña... Quiere reconocerla y...
-Otra vez mintiendo. ¡Ni siquiera le gustan los niños!
-Bueno -murmuró Lali con otra sonrisa-. Desde luego, Rosie le gusta. De hecho, me ha pedido que me case con él.
-¡Tendría que ser idiota para tragarme ésa! -dijo Candela-. Peter debe de ser el último hombre de la Tierra que se casaría porque una noche tuvo un desliz y dejó embarazada a una chica.
-Creo que estás olvidando su pasado -sugirió Lali-. Creció como hijo ilegítimo, sin padre y está decidido a que a Rosie no le ocurra lo mismo.
-Aunque la niña fuera suya, no se casaría contigo -dijo Candela con desprecio.
-Candela, ¿por qué no vuelves con Pablo? ¿Por qué no te olvidas de todo?
-¿Y dejarte el campo libre? ¡No hablarás en serio! ¡Y sigo sin creer que la niña sea suya! Enséñame el certificado de nacimiento... enséñame una prueba. Estabas gorda y eras fea. No creo ni que se molestara en mirarte, ni borracho. Así que si esa cría no es suya, ¿de quién es?
Lali se quedó de piedra y Candela se dio cuenta de la sombra de perplejidad que cruzó por el rostro de su hermana.
-Es la hija de Peter -dijo Lali débilmente.
-¿De verdad? Me pregunto... -dijo Candela con tranquilidad-. A los diecisiete años eras la chica más miedosa del mundo, y además muy fea. Cuando lo pienso, me resulta difícil que te acostaras con Peter -dijo, y sin más palabras dio media vuelta y volvió al vestíbulo, parecía impaciente por irse.
-Lali... mía lo que he hecho -dijo Rosie, que apareció corriendo desde la cocina.
Candela se detuvo, con la mano en el picaporte de la puerta y se fijó en la niña. La
contempló durante algunos segundos y luego miró a Lali, sonriendo con malicia.
-Ya nos veremos, muy pronto, espero.
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