Davis propuso un brindis, y todo el mundo empezó a comentar las ventajas del matrimonio y sus peligros. Janine, finalmente, miró a Lali con pena, y no con envidia.
Para Lali fue la noche más larga y horrenda de su vida.
En el camino de vuelta a casa, Peter, de repente, detuvo el coche en el arcén, se desabrochó el cinturón de seguridad y abrazó a Lali, para darle un beso en la boca.
Un beso explosivo que Lali sintió de pies a cabeza.
Luego, Peter le acarició los muslos, por encima de las medias de seda.
-Lo necesitaba -dijo sin dejar de besarla.
En ese momento les adelantó un coche que tocó el claxon tres veces.
Peter se rió.
-Vaya fama que tengo. Era uno de los invitados de Allan.
Lali hacía verdaderos esfuerzos por controlarse, porque aquella mano sobre sus muslos la estaba volviendo loca.
-¿Por qué les... les dijiste que vamos a casarnos?
-Como vamos a casarnos pasado mañana, no me ha parecido demasiado prematuro.
Lali se quedó helada.
-¿Pasado mañana? ¿Estás loco o qué? -¿Por qué te crees que he ido a ver a Theo?
-¿Y quién es Theo?
-Mi padrino. ¿A quién iba a recurrir si no cuando me hace falta una licencia especial?
-¿Una licencia especial? Peter frunció el ceño.
-Si esperamos, los periódicos se van a alegrar mucho. Antes o después, alguien va a acabar por hablar con la prensa. A Rosie y a ti os llamarían mi hija y mi amante secretas. Incluso Theo ha entendido la necesidad de darnos prisa, y además, como tenía miedo de que yo no me casara nunca, se dio mucha prisa en extender la licencia.
Probablemente piensa que, si esperamos, voy a cambiar de opinión. Pero se equivoca.
-¿Theo es un párroco?
-Es obispo. Se ha puesto en contacto con el vicario de la localidad. Quiere oficiar
la ceremonia. ¿Te importa?
-¿El qué? -masculló Lali.
Peter gruñó con exasperación.
-¿Cuánto vino has bebido? ¿Crees que no será una buena boda? Puedes ponerte un vestido, si quieres, blanco... Ahora ya nadie se fija en que sólo las vírgenes vayan de blanco.
-No, nadie -dijo Lali con un susurro, y con un nudo en el estómago-. No puedo casarme contigo, Peter.
-Claro que puedes -dijo Peter poniendo el coche en marcha.
-Lo digo en serio... no puedo... ¡No puedo!
-No pienso escucharte -dijo Peter.
-Buenas noches -se despidió Lali al llegar a la mansión.
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