-Estás preciosa -murmuró.
Lali se sonrojó y se sintió perdida.
-Yo... tengo que... que decirte...
-¿Peter? -intervino alguien.
Peter dio media vuelta.
-¿Qué demonios estás haciendo aquí?
Candela se quedó paralizada, pero se recobró al instante.
-Llevo aquí más tiempo que tú, cariño. Estaba esperando la llegada de la novia. Espero que sepas agradecer los esfuerzos que he hecho para librarte de esto.
Lali se quedó de piedra. Candela sostenía un documento en la mano. Ignorando la oferta, Peter trató de abrirse paso.
-Es la partida de nacimiento de Rosie... Creo que deberías echarle un vistazo -dijo Candela dándole el documento.
A Lali le temblaron las rodillas. Candela había conseguido la partida de nacimiento de Rosie, pero ¿cómo... cómo? ¿Cómo podía haber averiguado cuándo nació Rosie? ¿Cómo llegó a sospechar que era hija de su propia madre?
-La cría es hija de Salvador -dijo Candela mirando a Lali con desprecio-. Tuve que ir a Londres a buscarlo. Sabía el nombre del abogado que llevó el divorcio de Gimena. Le dije que Gimena había muerto y que yo quería averiguar dónde estaba mi hermana pequeña, quién estaba cuidando del bebé de mi madre. Y coló. Tenía una copia de la partida de nacimiento en sus archivos.
Lali no escuchaba a Candela, miraba a Peter. El tiempo pareció detenerse mientras abría el sobre que contenía el documento. Se fue poniendo pálido y la belleza de sus rasgos fue desapareciendo a medida que se le tensaba el rostro. La mano que apoyaba en la espalda de Lali fue cayendo poco a poco. Le vio cerrar los ojos y volver a leer el certificado, comprobando su autenticidad.
Y el tiempo volvió a acelerarse.
-Lo... lo siento -susurró Lali con la voz rota, desconsolada ante la idea de haber causado tanto daño sin ni siquiera el consuelo de haber conseguido algo a cambio, porque era evidente que Candela seguiría adelante con el aborto.
-Apuesto a que sí -dijo Candela, con una sonrisa triunfal.
Lali lloró en silencio, mientras Peter miraba al suelo. Le había hecho daño, aunque no quiso hacerlo. Se había encariñado con Rosie tan pronto, le había agradado tanto la idea de que era su hija... hasta que le arrojaron la humillante verdad delante de la cara.
-Mi querido hijo... aquí estáis. No es éste el momento de llorar. He sorprendido a uno de esos reporteros entrando en la sacristía.
-Me temo que hay un cambio de planes -intervino Candela.
Con consternación, Lali se fijó en el anciano vestido con el tocado púrpura y la mitra de obispo anglicano, que se acercaba a ellos desde el centro de la nave.
Peter miró a Lali, y a nadie más. Sus ojos parecían zafiros incandescentes y no movía ni un músculo de su rostro. Lali retrocedió, como si fuera a pegarla. Había
crecido con un padre que perdía los nervios a menudo, pero lo que recibía de Peter era infinitamente más amenazador. Era una furia explosiva más terrible que la que su padre había descargado nunca sobre ella. Una ira salvaje, física, apasionada.
El órgano comenzó a sonar, interrumpiendo el silencio.
-La boda se anula -dijo Candela.
No comments:
Post a Comment