Tuesday, April 28, 2015

capitulo 86

Te estoy muy agradecido por una experiencia que creía que no iba a tener. Tranquilízate, voy a ir despacio, pero no voy a parar.
En aquel instante, Lali lo odió con todas sus fuerzas, pero un momento después, Peter encontró su boca y le dio una serie de besos breves y tentadores, que mitigaron el dolor, y ella empezó a excitarse otra vez. Se dijo a sí misma que no era posible que quisiera seguir, pero su cuerpo decía otra cosa, temblando y derritiéndose con cada empuje. Echó la cabeza hacia atrás y el placer empezó a alcanzar extremos insoportables.
-¿Me paro?
-No... -murmuró Lali, en la cresta de una ola de éxtasis que crecía y crecía. Ya no podía luchar contra sus propias emociones, contra su instinto natural, y acompañó a Peter en su rítmico movimiento, acercándose al colmen de las sensaciones en la creencia de que podría volar al estallar en un clímax intenso e interminable.
Peter se tendió de lado sobre la cama, dejando a Lali con una sensación de abandono, mientras poco a poco descendía de las nubes del placer a la cruda realidad de la vida.
La realidad era el silencio. Luego notó que se levantaba de la cama y oyó que se daba una ducha. Se sentía como una víctima que había colaborado en su propia caída. En el campo de la experiencia sexual no era más que una principiante y la incredulidad de Peter al comprobar que era virgen le había dolido. Después de decirle lo que pensaba de ella, la había forzado a interpretar su papel de novia hasta sus últimas consecuencias, y al hacerlo la había humillado mediante el establecimiento de su poder sexual sobre ella. Se sentía utilizada y era una sensación amarga y triste, sentía lástima de sí misma.
Peter volvió del baño y la levantó de la cama, observando la evidencia de su inocencia perdida, completamente visible en la sábana.
-Dios mío -dijo Peter, palideciendo-. Creo que te hace falta un médico. ¿Es normal que sangres tanto?
Lali le dio una bofetada.
-¡Eres un sádico!
Peter evitó el golpe y la llevó al baño, depositándola en el baño, que acababa de llenar.
-Si de verdad fuera un sádico -dijo-, estaría siguiendo mis inclinaciones naturales y tú todavía estarías en esa cama. No me importaría el daño que te he hecho, así que no tientes al destino. Después de todo, fuera de la cama, no me sirves de mucho.
Peter se marchó cerrando la puerta y Lali se puso a llorar. Era algo que ya sabía, pero, de alguna manera, se las había arreglado para olvidarlo. Más que nada en el mundo, lo que ella quería era significar algo para él, aunque fuera como antes. Pero incluso eso estaba ya fuera de su alcance. Ella misma había cavado su propia tumba. Peter no confiaba en ella y no la respetaba. Ella le había mentido y ése era su castigo. Además, permitirse el pequeño consuelo de las lágrimas era patético, se dijo. Las
lágrimas no podían cambiar nada. Al menos, Candela volvería a casa con Pablo, pero de eso apenas podía alegrarse, Peter lo había conseguido sin su ayuda.

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