Estaba despierta cuando oyó la puerta de entrada. Miró el reloj, eran más de las doce. ¿Dónde había estado hasta tan tarde? De repente se abrió la puerta de la habitación.
-¿Qué haces aquí? -le preguntó Peter.
-Intento dormir.
-Pues inténtalo en mi cama.
Iba a decirle que en su cama lo último que conseguiría sería dormirse, pero se contuvo. Ni siquiera se le había ocurrido pensar que él esperaba que se acostara con él, y se lo dijo.
-¡Maldita sea! ¡Estamos casados!
-¿Sí? -se atrevió a replicar-. Ya ves, yo creía que la ceremonia del viernes sólo era tu pasaporte para un fin de semana de turismo sexual.
-Y también el tuyo -replicó Peter-, considerando que te negaste a concederme tus favores hasta que tuviste puesto ese anillo -dijo y se acercó a la cama, apoyando una mano en la cadera de Lali-. Ven a calentarme la cama, cariño.
Lali se dio la vuelta.
-No me trates como si fuera una prostituta.
Peter la agarró por la muñeca y la arrastró hasta su habitación. Lali se metió en la cama.
-Te estoy tratando como tú me has tratado a mí -dijo Peter sentándose en el sofá y estirando las piernas con una actitud posesiva y autoritaria-. Sin la menor consideración por tus sentimientos.
Lali bajó la mirada. Era cierto, lo había tratado de ese modo. En ese sentido no tenía defensa que ofrecer. Nunca olvidaría la imagen de soledad que le había dado al verlo recibir a Rosie aquella mañana. Le había dolido ser testigo de su dolor, sobre todo porque tanta vulnerabilidad la sorprendía. Sin embargo, no sabía por qué, ya que Peter había estado solo toda su vida.
-Me hiciste daño, y hacía mucho tiempo que nadie me lo hacía. Ya me había olvidado de lo que se siente -dijo Peter-. No me hago amigo de mucha gente, pero me hecho amigo de Rosie...
A Lali se le humedecieron los ojos y apartó los ojos, incapaz de sostener su mirada. No estaba preparada para oírle decir que le había hecho daño y se conmovió.
-Antes de conocerla, nunca me había llevado bien con los niños, pero ella es tan dulce, tan cariñosa... Cuando me dijiste que era mía, puede que una parte de mí quisiera
creerlo así.
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