Lali decidió que no era el momento oportuno para contarle a su hermana la verdad.
-¿Qué te ha dicho la tía de Peter?
-Ha preguntado por ti -mintió Luz cruzando los dedos a la espalda con la esperanza de que aquella mentira animara a su hermana a correr al lado de su marido.
¿Peter había preguntado por ella? Lali no daba crédito, pero se sintió feliz. De repente, sintió una fuerza sobrehumana y se dio cuenta de que sería capaz de hacer lo que fuera por él.
¡Peter la necesitaba!
El hecho de que un hombre tan duro como él pidiera ayuda sólo podía querer decir que estaba muy grave, así que Lali corrió a hacer la maleta.
-¿Y la peluquería? -se lamentó mientras guardaba la ropa-. ¿Quién se va a hacer cargo de ella? -Cande -sugirió su hermana refiriéndose a la mano derecha de Lali-. ¿No dijiste que lo hizo de maravilla cuando tú tuviste la gripe?
Tras haber hablado con Cande y con otra peluquera que solía ir a ayudarlas cuando estaban desbordadas de trabajo, Luz abrazó a su hermana con fuerza mientras recordaba que Peter las había ayudado económicamente.
Lo cierto era que le debía mucho. Cuatro años atrás, ambas hermanas vivían en un minúsculo apartamento de un barrio lleno de delincuencia. Luz siempre había sido una chica inteligente y Lali no quería que se quedara sin estudiar por la repentina muerte de sus padres.
Lali sintió que había fracasado cuando su hermana comenzó a frecuentar malas compañías y a no acudir al colegio. En aquella época, ella estaba empezando a formarse como peluquera y no tenía dinero ni para irse a vivir a un barrio mejor ni tiempo para intentar domesticar a aquella adolescente rebelde.
La generosidad de Peter les había cambiado la vida. Al principio, Lali no había querido aceptar su dinero, pero luego se dio cuenta de que aquel dinero le podía dar la posibilidad de que su hermana volviera al buen camino.
Con lo que Peter le había dado, se mudaron al barrio de Hounslow y abrió una peluquería. Su vida había cambiado considerablemente, pero no así su relación con él. Lo cierto era que, desde el mismo instante en el que aceptó su dinero, algo entre ellos se había roto.
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