Lali salió como un cohete. Un rabia como no había experimentado nunca la poseía. ¿Cómo se atrevía Peter a hacerle eso a Pablo? ¿Cómo se atrevía a volver a acercarse a Candela? ¿No le había causado bastantes problemas? Pablo debía de estar en un error. No podía haber sido Peter el que llamara a Candela, decidió de repente. No sería extraño que su hermana ya tuviera a otro hombre con el que curar su ego.
Peter se dirigía al Ferrari cuando Lali se detuvo junto a él con un frenazo. Peter la miró con incredulidad.
-¿Es así como conduces normalmente? Acabas de estropear los neumáticos. Dame las llaves.
-¿Adónde ibas?
Peter le quitó las llaves con mucha tranquilidad.
-Me imagino que Rosie está en el jardín de infancia.
¿Cuándo sale? La recogeré cuando vuelva.
No le había respondido y se dirigía al Ferrari. Su creencia de que Pablo se había equivocado sufrió una repentina falta de confianza.
-¿Adónde vas?
-Volveré a la hora de la comida... Creo.
Lali corrió y llegó al Ferrari antes que él, interponiéndose en su camino.
-Me he encontrado con Pablo en el pueblo. Me ha dicho que ibas a ver a Candela.
-Sí... -dijo Peter apartándola de la puerta sin dificultad.
Para Lali fue como si el mundo se hubiera detenido de repente.
-Pero tú... pero tú... no puedes...
-Sí puedo -dijo Peter con impaciencia-. Y cuando necesite tu permiso para ir a alguna parte, estaré dos metros bajo tierra, criando malvas.
-No... no pienso dejarte ir -gritó Lali-. Preferiría estar muerta.
Peter la miró fijamente, observando su ferocidad, su rabia, su total abandono de autocontrol. Y esbozó una brillante sonrisa.
-¿Dónde están las llaves de repuesto del Land Rover? -preguntó.
-¿Qué?
-Olvídalo -dijo Peter y fue hasta el Land Rover, abrió al guantera y sacó algo-. Tengo la extraña sensación de que cometer adulterio contigo cerca puede ser peligroso.
Lali sintió una gran angustia, mientras le veía meterse en el Ferrari y marcharse. La rabia y la incredulidad la estaban partiendo en dos. No podía creer que pudiera irse a ver a Candela sin más, pero eso estaba haciendo, dejando claro que ni sus sentimientos ni los del marido de Candela le importaban lo más mínimo.
Le daba vueltas la cabeza. ¿Sería posible que Candela le importara de verdad? ¿0 seguían siendo sus deseos de venganza? Lali no lo sabía... Ya no sabía nada de nada. Lo único cierto era que el hombre que amaba se dirigía al encuentro de su hermana y que le importaba tan poco que ni siquiera se había molestado en disimular.
La verdad era muy dolorosa. Ella no era su esposa, no de un modo real, porque él
no pensaba en ella como en una esposa. Dormía con ella, pero la despreciaba. Pero tenía que tranquilizarse. Se estaba comportando como una esposa engañada y él no le había dado ese estatus. Le dolía todo el cuerpo. Él iba a buscar a Candela y ella tenía ganas de morirse.
No comments:
Post a Comment