Unos minutos más tarde un hombre mayor lo abrazó forzándolo a soltar a Lali. Lali dio un paso atrás y después comenzó a caminar hacia el balcón, que parecía recorrer toda la fachada de la casa. Salió y respiró hondo aquel aire cálido. Las vistas sobre el valle eran increíbles. Un interminable cielo azul abovedado cubría las crestas de los pinos sobre los que había flores que salpicaban color. Al fondo, mucho más abajo, majestuosas formaciones rocosas se internaban en el brillante azul turquesa del mar. Era tan hermoso que casi producía dolor.
Lali estuvo admirando las vistas durante un rato. Después, consciente de su cansancio, se dio la vuelta y vio a Peter. Era tan alto que era imposible no verlo. Tenía el ceño fruncido y miraba a su alrededor sin descanso, prestando escasa atención a lo que le decían. De pronto su mirada se posó sobre Lali, iluminándose como una estrella, y su rostro se relajó.
Lali colisionó contra aquellos ojos verde brillantes. Su corazón comenzó a latir y se le secó la boca. Observó a Peter caminar a grandes pasos hacia ella. Tenía centrada en él toda su atención, y era tan incapaz como él de apartar la mirada. Ambos parecían ciegos a los murmullos y a la especulación que aquella escena estaba suscitando.
-¿Dónde diablos te habías metido? -preguntó él con la respiración entrecortada, fuera de tono, a dos pasos de ella. Emanaba de él tensión a manos llenas. Escrutó el rostro de Lali con ojos verdes intensos y feroces y preguntó-: ¿Pero por qué quiero estar contigo justo ahora?
-¿Será que se ha convertido en una mala costumbre eso de vigilarme para que no llame por teléfono? -preguntó Lali.
En ese instante Cande Veltrano se acercó a ellos a paso lento. Lali se ruborizó bajo su atenta mirada, inquisitiva y fría. Se sentía incómoda en presencia de aquella mujer, aunque no sabía por qué.
-La señorita Esposito parece exhausta, Peter. Estoy segura de que apreciaría mucho si pudiera retirarse a descansar.
-Sí, sí... me gustaría -intervino Lali. La bella morena sonrió y miró a Lali con aprobación. Peter
llamó a una criada con un imperioso gesto de los dedos.
-Te veré más tarde -dijo Peter volviendo a entrar en el salón.
¿Por qué sentía como si lo estuviera abandonando?, se preguntó Lali inquieta y molesta mientras seguía a la sirvienta. Apenas lo conocía, ¿qué estaba pasando?
La sirvienta la llevó hasta un ascensor que había en el vestíbulo. Bajaron en él y luego atravesaron un corredor que las llevó directas al jardín. Intrigada, Lali siguió a la chica por un sendero en pendiente hasta un pequeño edificio justo a la derecha de una franja de arena dorada. Era un lugar de ensueño.
El interior estaba maravillosamente fresco. Era una especie de casa de invitados, pensó Lali admirando el espacioso salón. Con grandes ventanas y contraventanas que la protegían del sol, cómodos sofás y suelo de mármol. No había cocina, sólo un frigorífico escondido y bien surtido. Y dos dormitorios con baño tipo suite. Sus paquetes estaban de hecho ya en uno de ellos.
Lali aprovechó la oportunidad para tomar una ducha y tratar de olvidarse de todo. Sin embargo Peter volvía a su mente una y otra vez. Su imagen se mantenía ahí, negándose a desaparecer. De pronto recordó la forma en que se había acercado a pasos
agigantados hasta ella y se echó a temblar negándose a analizar su propia respuesta. «¿Por qué quiero estar contigo justo ahora?», había preguntado él incrédulo. ¿Y por qué lo había esperado ella conteniendo el aliento?
otro=)
ReplyDeletequierooooooooooooooo
ReplyDeletemassssssssssssss
ReplyDeletenovelaaaaaaaaaaaaa
ReplyDeleteme mueeerooo
ReplyDeletemmaass