Monday, June 1, 2015

capitulo 22

Lali se chupó los labios secos.
—Tus banqueros fueron muy amenazadores.
—Dios, ¿y qué esperabas cuando alguien les evade de esa manera? —espeté Peter.
Lali concedió con desgana:
—Vico se portó un poco tontamente.
—¡Vico .es un completo idiota! —exclamó Peter, extendiendo sus largas manos morenas—. Y
créeme, querida, va en contra de todo considerar siquiera darle otra oportunidad. -.
—Ya ha aprendido la lección. De verdad —exclamó Lali con énfasis—. Hará lo que tú quieras
con tal de solucionar las cosas.
—¿Y qué hay de ti?
Lali parpadeó.
—Pero yo no tengo nada que ver con el centro de jardinería.
Los brillantes ojos verdes se deslizaron por su cara fruncida.
—No estoy hablando del negocio. Dijiste que nada te convencería de compartir mi cama, pero quiero que lo pienses —insinuó con voz sedosa—. Si te vienes a vivir a mi casa, arreglaré las deudas de tu hermano, le permitiré que siga en su casa y me aseguraré de que no comete el mismo error por segunda vez.
Lali contó hasta diez y se lo quedó mirando con la boca abierta.
—¡No estarás hablando en serio!
—Te deseo.., y tú quieres ayudar a tu hermano. ¿Un cambio justo o un abuso de poder? Te dejo
que decidas.
Lali intentó tragar saliva sin conseguirlo mientras se agitaba nerviosa en la silla.
—Estás de broma, ¿verdad?
—¿Te parece que estoy de broma?
Ella notó con incredulidad que tenía la cara muy seria.
—Pero, ¿para qué quieres que viva contigo? —pregunté con impotencia.
—Por todas las razones masculinas habituales. Espero que duermas en la cama conmigo, que te pongas la ropa que te compre, que aparezcas a mi lado en algunas celebraciones sociales y que estés dispuesta a viajar cuando te lo pida.
El corazón de Lali se paralizó con una lentitud anormal y sintió las palpitaciones en los oídos. Había expresado con claridad sus expectativas, pero ella no se podía imaginar llevar una existencia de aquel tipo lo mismo que no se imaginaba poder volar.
—Te deseo —dijo él con el mismo tono casual que si estuviera escogiendo un plato en una carta.
No podía desearla tanto como para hacerle chantaje para que se metiera en su cama. A menos que
su motivación fuera la obstinada perversidad de un dispuesto a no aceptar el rechazo femenino de ninguna manera. Después de todo, ella le había dado una bofetada antes de salir de casa de Freddy y se había negado a mantener ningún diálogo personal cuando había ido a verla a su oficina. Peter no estaba acostumbrado a aquel tipo de trato.
—¿Estás sugiriendo que me convierta en tu amante?—murmuró sin ocultar la incredulidad.
—Esa es una etiqueta muy anticuada, Lali —respondió Peter con tono de reproche—.
En nuestros días se llaman relaciones abiertas.
—¡Tú estás hablando de parejas que deciden libremente vivir juntas!
—Tú también tienes elección.
—Y esas parejas tienen sentimientos el uno por el otro.
—Mientras que yo sólo te propongo una relación física. Verás, me sentí profundamente impresionado por la fuerza de tus sentimientos cuando nos casamos. Y aún me sentí más impresionado por tu apasionada respuesta en la cama hace dos semanas...
Lali sintió un leve escalofrío de repulsión.
—Creo que me has pedido que venga para humillarme. ¿Qué te ha hecho pensar que vendería mi
cuerpo como si fuera cualquier artículo a cambio de la seguridad de mi familia? —Tú me diste la idea ayer.
- ¿Yo?.
—¿Quieres que pida un café mientras discutimos los riesgos de descender a una vida de peligrosa
decadencia después de unos meses en mi cama?
Lali se sonrojó con violencia. No le gustaba en absoluto su broma y, decidida a salir de allí, se levantó con brusquedad. Simultáneamente una oleada de mareo la envolvió y la oscuridad le nubló la visión mientras la cabeza le daba vueltas. Un par de fuertes brazos la sujetaron al instante rodeándola por los hombros para volverla a sentar.
- ¿Te encuentras bien?
Mareada, concentró la vista en Peter, agachado frente a ella con el ceño muy fruncido.
—Pensé que ibas a desmayarte.
—No me he desmayado nunca.
Con la cara pálida y muy tensa, Peter se incorporó con rapidez.
—Te traeré un vaso de agua.
—Debo haberme levantado demasiado aprisa. Y me he saltado la comida.
Tampoco había desayunado, pensó para sí. Sin duda la tensión y el estómago vacío le habían producido los mareos.

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