Monday, June 1, 2015

capitulo 24

Peter estaba hablando por teléfono, su fuerte y bronceado perfil distante, pero sus preciosas manos se movían con gestos elocuentes. Lali lo estudió con compulsiva intensidad. Aunque viviera cien años, nunca entendería a Peter. Cuando se habían prometido, la había tratado como si fuera de porcelana y, sin embargo, cuatro años después, cuando menos lo había esperado ella, la había conquistado con toda la fuerza de su deseo.
Pero aquello había sido sólo sexo para él y Lali creía que para un macho de aquel calibre, el sexo no tenía gran importancia. Pocas mujeres quedaban fuera de su alcance. Desde la adolescencia, Peter había sido el blanco aburrido del deseo, persecución y acoso de las mujeres. Ella le había visto utilizar un frío distanciamiento que paralizaba los avances no deseados. Teniendo tantas mujeres a sus pies, ¿qué habría visto en ella?
—Venganza —dijo Lali en un impulsivo arranque—. ¿De eso se trata todo esto? Peter colgó el teléfono.
—¿Sacas algún placer morboso en obligarme a aceptar algo que va contra todos mis principios? —preguntó con sequedad ella.
—¿Lo sacarás tú cuando rehabilite al inmaduro e irresponsable de tu hermano? Eso sí que va contra todos mis principios. Y si te sientes obligada, sería mejor que te fueras ahora mismo —la aconsejó Peter—. Tú has hecho que esto sea estrictamente comercial, Lali. Los arranques emocionales quedan fuera de cuestión.
Lali echó al cabeza hacia atrás y lo miró con los ojos negros febriles.
—¿Y dónde entra  en este trato?
Peter se puso rígido pero sus asombrosos ojos esmeralda la miraron sin pestañear.
—No entra. ¿Alguna otra pregunta?
Lali lo miró con intensidad procurando mantener una máscara sin emociones en la cara. La pregunta había sido irresistible. Había tenido que preguntar aunque hacerlo había sido como hurgar en una herida reciente con un cuchillo. Una llamada suave a la puerta le garantizó el espacio y tiempo necesarios para recobrarse.
Peter posó la bandeja en la mesa baja al lado de ella y Lali la miró con la boca abierta. El servicio de té y la tostada con mantequilla le parecieron completamente inapropiados para aquella situación.
—Pensé que deberías comer algo.
—Me apetece más alcohol que un té.
—No tengo alcohol en la oficina —aseguró Peter.
Lali miró el mueble bar oriental de una esquina con confusión y se sirvió una taza de té. No
había dicho en serio lo del alcohol. Peter le pasó el plato con la tostada.
—No gracias.
—Sé sensata.
Lali aceptó la tostada preguntándose por qué estaría portándose con aquella amabilidad
ridícula.
El silencio se prolongó mientras ella comía.
—No quiero que vayas a tu casa esta noche.
Lali casi se atragantó con el último bocado y tragó con dificultad.
-¿Estás loco?
El enarcó una ceja.
—Arreglaré todo para que ocupe tu puesto una empleada temporal durante un mes a mi cuenta. Eso le dará tiempo a tu jefe para buscar a otra secretaria
—No puedo dejar al señor Woods en la estacada de esa manera. Tengo que avisar con un mes de
antelación
—Cualquier secretaria podría hacer tu trabajo, —Peter...
—Si te trasladas hoy, iré a ver a Vico mañana por la mañana Cuanto más tardes en mudarte, más
tiempo tardará él en descansar No habrá ningún trato hasta que no te encuentres en mi casa. Lali palideció al pensar en el estado de desesperación de su hermano.
—Pero yo...
—Mandaré a unos profesionales de las mudanzas el lunes por la mañana como muy tarde. Con la sensación de que se estaba haciendo cargo de toda su vida, Lali protestó:
—No, eso no será necesario.
—Déjame a mí decidir lo que es necesario.
Peter la levantó de la silla y deslizó la mano por la línea apretada de sus labios.
Lali se estremeció y desvió la cabeza fuera de su alcance, inquieta como un.caballo de carreras
en la línea de salida.
—Suéltame —dijo con tensión.
—Los sacrificios indeseados no me atraen, querida.

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