Las largas y negras pestañas, la expresión dramática de sus cejas, oscuras y bien definidas, la belleza masculina de su cráneo y de su estructura ósea, la perfección, recta y arrogante, de su nariz. Lali acarició el mentón agresivo con una ternura asombrosa, absorbida por entero en la tarea.
Nunca nada le había parecido tan natural.
-Eres realmente guapo -dijo sin poder evitarlo.
Peter la puso encima de algo firme y deliciosamente confortable y luego se tumbó sobre ella. Se quedó contemplando su mirada perdida con ojos ardientes y, gimiendo, dijo:
-Cuando te quité ese pañuelo de la cabeza pensé que eras la cosa más perfecta que jamás hubiera visto en mi vida. Tu pelo, tu piel, tus ojos. Me dejaste completamente fascinado...
-Pues supongo que tú me estás dejando fascinada a mí ahora- tartamudeó Lali comprendiendo de pronto que estaba tumbada sobre una cama en una habitación en penumbras y sintiendo un desmayo.
-Bajo esa superficie dura eres muy dulce... -continuó Peter inclinando la cabeza orgullosa.
Lali hubiera podido perderse en aquellos ojos esmeralda, hubiera podido sentir la debilidad que la clavaba a una hipnótica quietud. Peter tomó de nuevo sus labios abriéndoselos con la punta de la lengua. El corazón de Lali retumbó y toda ella tembló, incapaz de respirar. Su sumisión fue absoluta, instintiva. No hubiera podido resistirse a la tentación de aquel beso ni aunque su vida hubiera dependido de ello. Era como volver a nacer, y cada nueva sensación le resultaba tan fresca e intensa que se sentía atada sin remedio, esperando deseosa la siguiente.
-Tan dulce -jadeó él en voz baja mientras Lali gemía y respiraba sofocadamente bajo su experta boca, con respuestas temblorosas.
Peter se quitó la camisa y elevó a Lali hacia él, haciéndola sentarse. Ella se puso tensa. Todo su campo de visión estaba lleno con aquel pecho ancho y bronceado y aquel espeso y oscuro vello rizado que marcaba cada músculo antes de serpentear para convertirse en una fina línea sedosa sobre el estómago plano. Peter levantó sus manos y las puso sobre su pecho como si el hecho de que ella lo tocara fuera lo más natural del mundo.
-Peter... -dijo ella temblorosa mientras asombrosas olas de excitación la recorrían al conocer su calor con los dedos.
Había tanto por conocer, pensó Lali sintiendo de pronto que todo aquello se le escapaba, que él la alentaba y esperaba a una amante experta.
-Tócame -la invitó él. Lali se examinó las manos como si esperara que ellas solas, sin ninguna orden consciente, se apartaran de él. Pero Peter era tan fascinante, la hacía sentirse tan bien que fue incapaz.
-Vas... vas demasiado rápido para mí -musitó seria, sin comprender cómo podía ser que estuvieran casi desnudos en la cama.
-Si quieres que me vaya me iré -dijo él poniendo una mano sobre las de ella.
Un miedo helado agarrotó a Lali, que levantó la cabeza para encontrarse con aquellos ojos esmeralda y aquel rostro firme y anhelante. Apartarse o quedarse. No había término medio. Y si él se marchaba quizá nunca volviera a pedirle nada. Quizá pensara incluso que ella lo había provocado en vano. Por fin Lali pensó que si Peter no veía razón alguna para no disfrutar el uno del otro era porque no la había.
-Pero es que yo... -comenzó ella a decir sin saber muy bien cómo terminar, atemorizada pensando en que iba a parecer una virgen puritana y lo iba a echar todo a perder.
estos dos son perfectos mas
ReplyDeleteotro
ReplyDeletenecesito mas please
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