Una mano morena la agarró entonces, sin previo avisó, de la muñeca, obligándola a quedarse. -Tú no vas a ninguna parte. ¿Cómo te llamas? -Lali... es decir, Lali Esposito... ¿qué estás haciendo? -gimoteó.
Pero era demasiado tarde. Peter le había quitado el pañuelo de la cabeza. Todo aquel cabello rubio platino cayó revuelto por los hombros. El le bloqueaba el camino. Lali, sintiéndose amenazada por aquella muralla humana, miró para arriba. Sus ojos negros se toparon con otros verdes e insondables. Lali sintió que el corazón le daba un vuelco. Sentía una extraña sensación de mareo, la cabeza le daba vueltas. El irritado escrutinio de él se había convertido en una mirada provocativa y sexy.
-No pareces una mujer de la limpieza, yo nunca he visto ninguna igual -dijo él al fin en un tono de voz duro y profundo.
-¿Y has visto muchas? -inquirió Lali sin comprender hasta más tarde lo impertinente de su pregunta.
Lo cierto era que ella no había sido la primera en atacar. Los ojos de él expresaban sin ningún género de dudas aquella actitud masculina
arrogante y sexualmente excitada que Lali tanto detestaba.
-Lali... hay una Lali Esposito en el servicio de mantenimiento - intervino el hombre mayor al que el otro había llamado Alejo -. Pero se supone que trabaja en la octava planta, y el servicio de seguridad no le ha concedido ningún permiso para subir aquí. Voy a ordenar al supervisor que venga inmediatamente a identificarIa.
-No, deja ese teléfono.Cuanta menos gente se entere del incidente, mejor. Toma asiento, Lali -añadió Peter soltándole la muñeca y acercándole una silla.
-Pero es que yo...
-iSiéntate! -gritó él como si estuviera tratando con un animal doméstico al que tuviera que adiestrar. Lali, atónita ante aquella forma de dirigirse a ella, se dejó caer sobre la silla con la espalda rígida y el corazón acelerado. Había entrado donde no debía, pero se había disculpado. Lo había hecho todo excepto arrastrarse por el suelo, reflexionó resentida. ¿Por qué tanto jaleo?
-Quizá quieras explicarme qué estás haciendo en esta planta, por qué has entrado en este despacho en particular y por qué te has escondido a escuchar detrás de la puerta -dijo Peter con dureza y precisión.
Hubo un silencio. Lali se preguntó si serviría de algo echarse a llorar, pero aquellos ojos verdes paralizaron su corazón. Aquel hombre la trataba como si hubiera cometido un asesinato, así que lo más inteligente era ser sincera.
-He estado teniendo problemas con un ejecutivo que trabaja siempre hasta tarde en la octava planta -admitió Lali inquieta.
-¿Qué clase de problemas? -preguntó Alejo.
Peter dejó que su intensa y verde mirada vagara provocativa por la diminuta y tensa figura de Lali, deteniéndose sobre los pechos moldeados por el delantal, y las largas y perfectas piernas. Luego sonrió y torció la boca mientras un mortificante rubor subía a las mejillas de ella y coloreaba su blanca piel.
-Mírala, Alejo, y luego dime si todavía necesitas que te explique de qué tipo de problema se trata -intervino Peter.
-Le mencioné mi problema a la mujer que limpia esta planta -continuó Lali con respiración entrecortada-, y le pedí que me cambiara por una noche. Después de mucho insistir accedió, y me advirtió que no atravesara las puertas dobles pero... por desgracia hay dos pares de puertas dobles en esta planta.
-Eso es cierto -concedió Peter.
quiero saber que peter le va hacer a lali
ReplyDeleteMe encanta
ReplyDelete