-Lali, acabas de decirme que no confesarías ni aunque te dieran una descarga eléctrica -le recordó él.
-¿Acaso has creído que pensaba decir toda la verdad? ¿Una mentirosa tan escurridiza y convincente como yo? ¡Por supuesto que mentiría ante un tribunal!
Un silencio tenso volvió a reinar.
-Si quieres volver al trabajo la semana que viene yo no voy a interponerme en tu camino -contestó Peter haciendo una concesión con evidente exasperación.
-Voy a volver esta noche. Tú sencillamente olvídate de que nunca nos conocimos. Yo, desde luego, ya lo he olvidado -afirmó Lali colgando el teléfono.
¿Acaso creía que le importaba si había encontrado o no a la persona responsable de la filtración? ¿De verdad imaginaba que una disculpa iba a cambiar las cosas? ¿Es que todos los hombres ricos eran igual de arrogantes? Lali cerró la tienda sintiendo un tumulto de emociones en su interior y subió a su casa.
Lo último que necesitaba era ver a Peter. ¿Quién hubiera querido enfrentarse a la persona en cuya presencia había cometido el peor error de su vida? Lali se preparó un sándwich y veinte minutos más tarde se dirigió al edificio Lanzani
Intemational a trabajar. Al entrar en el vestíbulo la enorme fotografía de él la ofendió. La supervisora, una mujer mayor, frunció el ceño al verla.
-Te tomaste el lunes libre sin decir nada a nadie - la censuró-. Ni siquiera llamaste para avisar de que estabas enferma. Tendré que ponerlo en el informe para personal.
-Sí, lo sé, lo siento -se excusó Lali culpando a Peter en silencio.
A mitad del turno Lali se tomó un descanso y bajó a tomar café a la planta baja. Emilia se dejó caer en un asiento a su lado.
-¿Dónde diablos te metiste el lunes por la noche? Me preocupé mucho cuando no bajaste a tomar café. Estaba asustada, como me contaste eso del ejecutivo...
-¿Qué ejecutivo?
-Ya sabes, el que te molestaba, ese rubio que se llama Benjamin. El otro día, en cuanto me puse a trabajar en tu planta, se me acercó y me preguntó dónde estabas.
-¿Cómo dices? -preguntó Lali pálida.
-Tuve que decírselo, cariño. ¿Subió a buscarte? -No lo sé... yo no lo vi -musitó Lali preguntándose de pronto si habría sido Benjamin quien había escuchado la conversación de Peter.
De pronto otra conversación entre dos mujeres de la limpieza llamó la atención de Lali.
-Apuesto a que es una secretaria o algo así...
-No tal y como iba vestida, con ese sombrero y todo eso -argumentó la otra vehemente-. Y de todos modos, ¿para qué iba a llevar a una secretaria al funeral de su padre?
-¿De quién estáis hablando? - preguntó Lali aclarándose la garganta.
-De la misteriosa rubia con la que llegó el señor Lanzani a Atenas -rió Emilia-. ¿Una secretaria? De eso nada, no con esa ropa.
-Muchas secretarias están muy cualificadas y ganan mucho dinero -aseguró Lali.
-Esa rubia se parecía mucho a ti -bromeó otra-. Y tú desapareciste la noche del lunes. ¿Tienes algo que confesar?
-¿Yo... yo? -repitió Lali desconcertada.
-¡Lali hubiera estado demasiado ocupada dándole clases sobre sexismo al señor Lanzani como para acompañarlo! -rió alguien.
-Esta noche voy muy retrasada, será mejor que me ponga a trabajar -comentó Lali.
Al acabar su turno Lali tomó el autobús a casa. Nada más llegar vio una limusina aparcada. La tensión se apoderó de ella y el corazón le latió
acelerado. Al acercarse Peter Lanzani salió del coche con toda naturalidad.
mas
ReplyDeletea peter fue a verla mas
ReplyDeletemas novelaaaaaaaaaaaaaaaaa
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