Wednesday, June 3, 2015

capitulo 33 y 34

Peter ya estaba cruzando el magnífico vestíbulo para recibirla, los ojos verdes brillantes de
exasperación.
—¿Dónde has estado todo el día? ¡Te fuiste de casa mucho antes que Ogden y él lleva ya horas aquí!
—Me fui en tren a casa a embalar —admitió Lali a regañadientes.
—Nuestros invitados llegarán en cuarenta minutos.
«Nuestros», notó ella. Se le debía haber escapado porque ella no tenía ni idea de quiénes eran y
tenía miedo del inevitable resultado de su repentina aparición en la vida de Peter.
—No tardaré mucho en cambiarme.., sobre todo después que me has dicho que prefieres que no
me moleste.
—He mandado traer una colección de vestidos de Londres para ti —informó Peter con sequedad—. No hacia falta que fueras hasta tu casa. Ogden ya ha hecho los arreglos para que un equipo de mudanzas recojan todo lo de tu casa. Todo lo tuyo está ya organizado.
Lali se puso rígida. Le había dado a la casera el aviso para dejar la casa en un mes, había empaquetado su ropa y metido en cajas el resto de sus posesiones. Apenas podía creer haber hecho tanto en unas pocas horas y hacerlo le había dado la sensación de controlar su vida de nuevo. Pero Peter acababa de tirarle aquella sensación por tierra. No era ella la que estaba en control de nada... era él.
—He abandonado mi trabajo y mi casa para estar contigo. ¿No te parece suficiente? ¿Es que ni
siquiera puedo organizar la vida que he dejado atrás? —preguntó con acidez.
Antes de poder pasar por delante de él para dirigirse a las escaleras, Peter le pasó la mano por el
codo.
—¿Cómo te encuentras?
Sorprendida de que no se hubiera molestado por su agria respuesta, apretó los labios.
—Me encuentro bien.
—Si te sientes mal, no hace falta que aparezcas esta noche.
—Estoy perfectamente bien.
Los preciosos labios de Peter se apretaron y entre-cerró los ojos.
—¡Dios... no sabia dónde estabas! ¡Estaba preocupado por ti!
¿Se habría preocupado por que hubiera desaparecido para siempre? ¿Porque hubiera renegado de su acuerdo comercial? Por lo que a Lali respectaba, él no tenía ningún derecho fuera de la puerta de la habitación. Él había puesto las normas y no había mencionado nada acerca de espiar cada uno de sus movimientos.
—Y no deberías viajar en tren. Pareces agotada.
—Esto empieza a parecerse a un control policial, ¿no crees? Me fui de la casa sin decir a dónde
iba y tomé un tren en vez de usar uno de tus coches.
—No, no se trataba de controlarte, Lali. Se trata de buenos modales y consideración hacia los
demás y te estás portando como una niña malcriada.
Mortificada por la comparación, Lali le dirigió una mirada de furia y se dio la vuelta para
empezar a subir las escaleras. Pero al ir subiendo empezó a aminorar el paso.
Durante toda la subida, no pudo dejar de contemplar el enorme retrato del rellano. Era de Olivia y su hermana Meriel vestidas para su presentación en sociedad. Las dos eran altas, rubias y de una belleza clásica. Uno tenía que mirar con atención a Peter para encontrar el parecido tras su tono de piel oscura, pero su aristocrática nariz, la boca bien modelada y los pómulos altos era atributos innegables de la familia de su madre.
En el otro extremo del rellano colgaba un cuadro igual de grande el padre de Peter, Riccardo Lanzani. Moreno y con un atractivo vital, había sido un marido famoso por sus infidelidades. El artista había captado aquella cualidad de sexualidad terrena que marcaba aquellas duras facciones. Lali se había pasado años intentando recordar aquellas tres caras poniéndolas en su mente al lado de las de Euguenia y Peter y constantemente recordando comentarios bastante inocentes y retazos de información que había captado durante su compromiso.
—Están conmovedoramente unidos para ser primos, ¿verdad?
—Euguenia parece la siamesa de Peter, pero él no parece poner objeciones.
—Siempre creí que se casarían...
—Nunca, se comportan más como hermanos.
—Uno se pregunta, ¿verdad?
Un silencio y un intercambio de miradas maliciosas.
—Meriel se quedó prendada de Riccardo cuando se conocieron, pero nunca hubo la mínima duda de con cuál de las dos hermanas se casaría, siendo Olivia la heredera de Templebrooke.
—Riccardo tenía un encanto enorme.
—Meriel se casó con aquel aburrido banquero, Parker Suares, por despecho y seguramente recordarás cómo terminó la historia. Unos años después de que se muriera, Parker se suicidó de un tiro y nadie supo nunca por qué. Era un padre devotísimo. Euguenia sólo tenía dieciséis años. Ella se quedó destrozada. Se fue a Italia con Peter a pasar unos cuantos meses.
—Quizá Parker descubriera algo que le hiciera pensar que la vida ya no merecía la pena...
Aquellos retazos de conversación habían acosado a Lali desde el momento en que había hecho la conexión negándose a creerlo. Pero cuanto más comparaba sus sospechas con los hechos, más parecían encajar. Y las cosas que no habían tenido sentido antes, de repente se unían con espantosa claridad.

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