capitulo 38

—Es como si la mitad de ti quisiera estar aquí y la otra mitad no.
Lali se quedó paralizada por la profundidad de su intuición.
—Parece que te has empeñado en hacer todo lo posible por mantenerme a distancia. Y esta noche
ha funcionado. Buenas noches, querida.
Lali se dio la vuelta con asombro y le vio salir en silencio a la otra habitación. Su habilidad para escabullirse de los conflictos y sorprenderla la dejaba estupefacta. Lo inesperado era la norma en él. Yen vez de sentirse aliviada por que la dejara sola, se sintió rechazada y furiosa consigo misma y acabó dando vueltas agitada en la enorme cama sin poder conciliar el sueño que tanto necesitaba.
Ni siquiera le había preguntado por Vico. Pero sabía que no hacía falta hacerlo. Peter siempre mantenía las promesas que hacía. De eso no le cabía ninguna duda. Vico, Stefani y los niños estarían seguros, pero ya no eran la causa principal de su agitación. Lali esta infinitamente más preocupada por sí misma. ¿Y si por alguna macabra broma del destino se hubiera quedado embarazada?
A las ocho de la mañana, se levantó de la cama. Sintió náuseas de nuevo, pero al menos no tuvo que ir al baño. Sus maletas habían sido deshechas la noche anterior y su ropa estaba colgada ahora en el espacioso armario, pero no había prendas masculinas a su lado. Esa no debía de ser la habitación de Peter. Se puso unos vaqueros y una camisa y se fue a mirar en el espejo del cuarto de baño.
Tenía ojeras y las mejillas muy pálidas. Tenía un aspecto horrible, pero se sentiría infinitamente mejor después de que comprara un test de embarazo en la farmacia. Porque estaba casi segura de que se estaba preocupando por nada. ¡Dios, no podía imaginar siquiera estar embarazada!
Una hora y media más tarde,Lali permanecía sentada mirando la prueba como si por concentración mental pudiera hacer el milagro de cambiar el resultado. Se pasó una mano temblorosa por el pelo y respiró con agitación.
Ogden llamó a la puerta de la habitación para informarla de que Peter la estaba esperando para desayunar. Lali tardó quince minutos en hacer acopio de valor.
Peter estaba en la sala matinal, una versión un poco más acogedora del gran comedor. Cuando ella entró, se levantó y Lali se preguntó si mantendría sus soberbios modales cuando le dijera lo que tenía que decirle. Llevaba unos pantalones de montar de color crudo y un jersey negro. Incluso con la tensión que sentía, sólo con mirar a Peter se le hacían los huesos agua. Sus piernas temblorosas la llevaron con dificultad a una de las sillas.
—Estaba en el establo cuando te vi salir con el coche antes de las nueve. Me sorprendió que te levantaras tan pronto —comentó Peter mientras Ogden les servía una abundante selección de platos de desayuno.
—Tenía que hacer un recado —murmuró tensa Lali.
Para satisfacer a Ogden aceptó una taza de café y unas tostadas mientras que Peter se sirvió un
plato cocinado.
Lali echó el azúcar y empezó a dar vueltas. Sería horriblemente humillante decírselo. Peter no
se impresionaba con facilidad, pero aquello era algo diferente. Quedaría conmocionado y, ¿quién podía culparlo? Una vez, sólo una vez y para ella la primera vez de su vida y...
—¿Piensas echarte todo el azucarero en esa taza?—preguntó Peter con suavidad.
Lali soltó la cucharilla en el plato y alzó la cabeza.
—Estoy embarazada —soltó con tensión.
Los ojos brillantes se posaron en su cara alterada y en sus ojos asustados. Fue un lento y firme
estudio y lo hizo sin un parpadeo y sin perder la calma.
Lali inspiró temblorosa.
—Peter, ¿has oído que te he dicho?
—Pensaba que ibas a decir algo más —confesó Peter mientras se servía una taza de café—. Pero debería haber sabido que no. Te has quedado mirándome como si esperaras que me levantara de la mesa para decirte que eso no tenía nada que ver conmigo.
Completamente desconcertada por el giro de la conversación, Lali lo miró con la boca abierta de
asombro.
—No hace falta ningún melodrama, Lali. Y no puedo aparentar sorpresa cuando ya sospechaba
que estabas embarazada.
Lali frunció el ceño.
—¿Cómo puedes haberlo sospechado? Yo empecé a preocuparme anoche.
—Corrí un riesgo calculado aquella noche en casa de Freddy —dijo Peter sin dejar de mirar sus ojos muy abiertos de la sorpresa—. Así que aquella noche no te enteraste. Pensé decírtelo a la mañana siguiente, pero no tuve ocasión.
Lali se sonrojó y lo miró con incredulidad.
—¿Estás diciendo que no tomaste ninguna precaución?
—Tú estabas allí, Lali.
—No estaba segura. Supuse... ¡Maldita sea, no me enteré! No puedo creer que fueras tan
irresponsable... tan egoísta... tan inexcusablemente descuidado.
Se levantó agitada moviendo las manos. El leve mareo que sentía la puso más furiosa.
—Siéntate y cómete las tostadas.
Ella se sentó pero sólo porque estaba mareada. Toda la ansiedad y turbación que había sentido antes de decírselo se había desvanecido por su confesión, pero ahora estaba aturdida.