Aquella sonrisa era como el calor del sol. Lali apartó los ojos de él como si se quemara.
-Así que estás aburrido de tanto servilismo y necesitas algo nuevo. ¿Se te ha ocurrido alguna vez llamar a una agencia matrimonial?
-Pronto terminarás tu trabajo aquí. Déjame que te lleve a cenar a algún sitio.
Lali lo observó, apoyado contra la puerta, como un depredador que se hubiera tomado un rato de descanso. Peter era capaz de hacer surgir en ella el hambre y la pasión más poderosas. Lali recordó todas las noches pasadas en vela, tratando de olvidarlo a él y odiándose a sí misma por su debilidad. Y sin embargo ahí estaba de nuevo esa excitación, ese anhelo doloroso que iba mucho más allá del mero deseo físico...
-Lali... -comenzó a decir él en voz baja.
-Cuando termino mi trabajo me voy a la cama, Peter -contestó ella escueta, agachándose para seguir abrillantando el suelo.
-Bien, entonces nos saltamos la cena.
Lali se enfadó ante aquella sugerencia y se enderezó de pronto. Pero lo repentino del movimiento le produjo un mareo. La vista se le nubló, se sentía incapaz de enfocar las cosas correctamente. De pronto sintió que se caía, que caía en la oscuridad, que le fallaban las piernas.
Más tarde Lali comenzó a recuperar poco a poco la conciencia, pero seguía mareada y sentía náuseas. Abrió los ojos lentamente. Peter estaba muy cerca de ella. Estaban en el ascensor, y él la llevaba en brazos, comprendió finalmente sintiéndose aún más confusa.
-Peter...
-¿Sí? -preguntó él sin disimular su agresividad, agarrándola con brazos firmes contra su pecho.
-¿Qué ha ocurrido?
-Te has desmayado.
-Yo nunca me desmayo... -aseguró ella luchando por recobrar el sentido.
-Ya has tenido bastante con esa abrillantadora, es evidente que eso no es para ti.
-¡Peter... suéltame!
-Si te suelto te volverás a caer. Tienes un aspecto horrible, pero no es sorprendente, ¿no te parece? -continuó Peter en tono acusador-. Trabajas seis días a la semana en la librería, y te pasas más de la mitad del tiempo sola, arreglándotelas sin nadie.
-¿Y cómo sabes tú eso? -jadeó Lali asombrada.
-Me he molestado en enterarme -contestó él con un brillo en los ojos-. Tu otro jefe se lo ha montado bien. Se pasa por la librería hacia mediodía y luego, a media tarde, se vuelve a casa. ¿Cómo
esperas poder trabajar todo el día y después cinco noches a la semana en un trabajo físico agotador? -Soy joven y saludable -protestó Lali mientras las puertas del ascensor se abrían -. ¿A dónde diablos me llevas?
-A casa -contestó él dando gigantescos pasos y dirigiéndose por el vestíbulo hacia el exterior.
Lali hizo un esfuerzo y apartó la mirada de él para fijarse en los guardias de seguridad del área de recepción. Uno de ellos se apresuraba a abrirles las puertas mientras el otro observaba la escena tratando de no delatar su reacción.
-¿Cómo crees que voy a poder seguir trabajando aquí después de esto? -inquirió Lali.
-Buenas noches, señor Lanzani -dijo el guardia que les abrió la puerta.
-Mm... sí, es una buena noche -contestó Peter sin inmutarse.
Lali cerró los ojos y sintió el frío del aire nocturno quemarle las mejillas.
-Si no me sintiera tan mal te estrangularía por esto, Peter.
Peter la dejó en el asiento trasero de la limusina y se sentó a su lado sin ninguna muestra de arrepentimiento.
-Tenemos que esperar, Demetrios está vaciando tu taquilla -advirtió él.
como se preocupa peter por lali no se porque lali no acepta la ayuda de peter
ReplyDeletequiero
ReplyDeletemas
ReplyDeletemas
ReplyDelete