Después de todo, ¿qué tenía él que perder? La mujer a la que amaba estaba muy lejos y a punto de convertirse en la mujer de otro hombre. Pero Lali era amargamente consciente de que, si se casara con Peter, siempre se ría la segunda por detrás de Euguenia y acabaría siendo la segunda mejor ante los ojos de su hijo. No, pensó con fiereza, tenía otros planes que no eran convertirse en una matrona de cría.
—Eres la última mujer en el mundo que puedo imaginar de madre soltera —comentó Peter
sombrío.
No es que ella lo deseara, pero un matrimonio relámpago en aquellos términos tan fríos la atraía
aún menos.
—No puedes comprar a mi bebé con un anillo de casada. —dijo Lali con sensación de triunfo.
—No te estás comportando como una mujer racional.
—No tienes derecho a quejarte de eso. Una mujer racional nunca hubiera acabado en la cama
contigo para empezar —atacó Lali con odio hacia sí misma.
El silencio con que Peter recibió aquella afirmación pareció hacerse eterno.
—Entonces —dijo por fin Peter—, ¿cuáles son tus planes?
Lali se puso rígida, aturdida por aquella simple pregunta. Sin embargo, no había pensado en el
presente inmediato.
—Realmente no he tenido planes de hacer ningún... pero evidentemente tendré que moverme lo
antes posible.
—¡Madre de Dios! No vas a irte con un bebé mio en las entrañas —exclamó Peter con un tono
salvaje.
Estupefacta ante aquella agresividad, Lali parpadeó —No eres mi dueño.
—Pero sí el de tu hermano —le recordó Peter con humillante claridad.
—¿No te parece que ya has hecho suficiente daño? —le condenó Lali rabiosa mientras se
levantaba—. ¿No es suficiente que hayas destrozado mi vida?
A Peter se le tensó un músculo en la comisura de los labios.
—Tenemos un trato y una relación y no vas a romper ninguno de los dos, Lali.
Sólo una palabra, sólo una mirada y ni siquiera pensaría en irse, pero Peter no había hecho ni una sola alusión emocional. Sólo se había centrado en el bebé, no en ella. Con la garganta atenazada y conteniendo un sollozo, Lali se dirigió hacia la puerta.
—¿A dónde vas?
—A visitar a mí familia.
—Yo te llevaré.
—No, gracias —rechazó ella con frialdad.
Como estaba a punto de romper a llorar, no discutió, sólo salió al recibidor.
—¿Tienes que irte ahora mismo? —soltando un suspiro de exasperación, Peter le indicó a Ogden
que pidiera la limusina y entonces se acercó a ella—. Si no vuelves a casa esta noche, te iré a buscar.
—¿Por qué? —preguntó Lali con veneno—. ¿Crees que el bebé necesita que me acueste pronto?
Peter lanzó una retahíla de maldiciones en italiano y, sin aviso previo de sus intenciones, la inmovilizó mientras Lali agitaba las manos para zafarse. Los dedos de Peter le alzaron la barbilla para poder mirarla a la cara y ella intentó defenderse también de eso apartando la mirada.
Pero su boca hambrienta buscó la de ella. La tormentosa colisión le produjo un salvaje cosquilleo de la cabeza a los pies. Forcejeó de nuevo y Peter la atrajo contra él y apresó su boca con exigencia. Fue como verse sacudida por un relámpago. Se agarró a sus hombros, abrasada por aquel salvaje beso apasionado. Y un segundo más tarde, estaba libre.
—Creo que necesitas de verdad acostarte pronto esta noche.
Ardiente, sonrojada e incapaz de enfrentarse al desdén de aquellos ojos verdes, Molly se dirigió
a la limusina como si la persiguiera un tigre furioso.
Lo primero que notó cuando entró en la casa de su hermano fue la impecable limpieza de la cocina. La normalidad se había restaurado Dándose la vuelta desde el fregadero, Stefani pareció encantada de verla y al instante llamó a su marido: —¡Vico! Lali está aquí.
Entonces le dio un fuerte abrazo que lo dijo todo.
—Vico va a formarse en una de las empresas de Peter, así que durante los próximos meses
tendrá que viajar fuera a diario.
Vico apareció en ese momento en el umbral de la puerta.
—Peter me va a enviar de nuevo a la escuela —dijo con una mueca—. No me gustó mucho la idea cuando me lo dijo al principio, pero no me dejará dirigir de nuevo el centro si no puedo demostrar que lo puedo hacer bien.
—Eres capaz —le aseguré Lali.
—Vamos a hipotecar la casa —Vico enderezó los hombros Stefani y yo hemos insistido. Eso
cubrirá todas las deudas que tenemos. Y Peter nos avalará.
mas =)
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