Friday, June 5, 2015

capitulo 48

—¿Crees que podrías explicarme ahora por qué Freddy me dejó algo más que un pequeño recuerdo? Quizá lo entienda mejor esta vez.
Peter se acercó y se arrodilló frente a ella para aflojarle la manos, entrelazadas con fuerza en el
regazo.
—Todos los motivos que te señalé más uno muy obvio¿ o no recuerdas que me dijiste que cuando deseo algo no paro hasta conseguirlo? —murmuró él mientras alargaba una mano para soltarle un liguero.
—¿Qué estás haciendo? —gimió Lali.
—¿Qué crees? —preguntó Peter con voz ronca soltando el siguiente y deslizando hacia abajo una media con manos acariciantes hasta llegar a su pie—. Aprecio el valor que le habrás echado para ir a una tienda y comprar estas prendas. Pero sé que lo hiciste por mí.
Ante aquel ronroneo de pura satisfacción, Lali se puso tan escarlata como su ropa interior.
—No podía llevar nada normal con ese vestido...
—Así que te decidiste por el color escarlata y los ligueros... Deja de intentar estropearme el placer
de la primera invitación clara que me has hecho en tu vida. Tienes una piel preciosa.
—¿Que yo...?
—La figura más gloriosa.
—Pues la gente cree que debería adelgazar —murmuró Lali.
—¡Ni se te ocurra! —explotó Peter con furiosa convicción deslizando las manos con reverencia por la curva femenina de su trasero provocándole un escalofrío.
—O que me hiciera una de esas operaciones de reducción de senos... —susurró ella de forma casi
inaudible.
—¿Quién te sugirió tal barbaridad?
—No lo recuerdo... —mintió ella sin aliento.
—Tienes unos pechos maravillosos.
A Lali se le entrecortó la respiración cuando los largos dedos se deslizaron por el borde de sus bragas y lentamente se las deslizó hacia abajo. Ella extendió las manos para taparse al sentir una repentina vergüenza. Pero Peter enterró su boca bajo la de él atrapándole las manos para paralizarla mientras sentía los salvajes temblores que la estremecían.
—Y llevas a mi bebé aquí dentro —murmuró él con una satisfacción salvaje.
A Lali le temblaban las piernas de forma tan violenta que estiró las manos para sujetarse al pelo de Peter. Con una áspera carcajada, él inclinó la frente brevemente contra los temblorosos músculos de su estómago y suspiró.
—Vamos a la cama, piccola mia.
Entonces se incorporó con fluidez, la levantó en sus brazos y le dio un beso apasionado antes de tenderla en la cama con suavidad. Lali se sentía como si le hubieran robado el alma con aquel beso. Sus ojos Negros eran como profundos abismos de deseo y amor mientras le observaba despojarse de su ropa con una gracia inherente en cada uno de sus movimientos. Y entonces pensó con fiereza: «Es mío». «Más mío de lo que nunca sido de ella porque llevo a su hijo en mi vientre”.
—Para dentro de tres semanas... —empezó Peter con pereza.
—¿Tres semanas? —repitió ella con sorpresa.
—Para cuando volvamos a casa, te tendré por toda la isla más desnuda que un pájaro Peter con
ambición.
—No lo creo —le advirtió ella—. Quizá con una túnica en todo caso.
Peter lanzó hacia atrás su morena cabeza y soltó una carcajada. Cruzó entonces hacia la cama
sin turbarse lo más mínimo por su erección. Claro; podía permitírselo, pensó Lali considerando que ella no podía apartar los, ojos fascinada de aquel precioso cuerpo bronceado. En lo más hondo, ya se estaba derritiendo como la miel a punto de ebullición.
Peter se echó en la cama a su lado y la atrajo por la espalda contra su torso cubierto de vello.
—Debe de haber sido una tortura usar ese corsé durante tantas horas —murmuró con un ápice de
culpabilidad.
Entonces le bajó la cremallera, le abrió los dos lados y deslizó las manos con posesión para
abarcar sus senos.
Lali se estremeció en respuesta observando con los ojos entrecerrados cómo sus largos dedos morenos acariciaban con delicadeza el círculo de sus pezones erectos hasta que ella apoyó la cabeza contra su hombro gimiendo ante la intensidad de tal placer y observando abandonada la creciente
excitación de sólo sentir lo que le estaba haciendo a su tembloroso cuerpo.

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