capitulo 10

-¡Yo no hablaba acerca del apetito de Peter! -explotó furioso.
-No deseo discutir contigo -contestó Lali con frialdad, sin dejar de pelar patatas.
-Hablaremos después -especificó él, imperturbable.
Entonces, Lali le sonrió a Maisie.
-Creo que sería mejor que se vaya a casa. Debe usted estar exhausta. Yo sola terminaré esto.
Al quedarse sola, Lali reflexionó en que la vida al lado de Agustin sería una condena. Pero el testamento no especificaba con cuál de los primos debería casarse. ¡Ella no lo haría con nadie por interés! A menos que no se tratara de un verdadero matrimonio en toda la extensión de la palabra... ese pensamiento se abrió paso hacia su mente y, como un relámpago, vislumbró la posibilidad de solucionar todos sus problemas de una vez.
Maisie y Sam tendrían asegurado su bienestar. Ella podría ser la compañera de Benjamin sin ser una carga económica. La desesperación le había hecho ver la fantástica idea que se le había ocurrido... y había un solo candidato, Peter. También él era nieto de Adam. Pero a Peter le parecería una locura. La sola perspectiva de comunicarle su idea provocó una brusca vuelta a la realidad.
Al regresar Peter y depositar una bolsa de cómestibles sobre la mesa, Lali sintió que el rostro se le llenaba de un culpable rubor.
-El filete no me gusta demasiado hecho -explicó Peter antes de volverse a ir.
Peter hablaba con la autoridad de alguien que está acostumbrado a dar órdenes. El aura de poder que lo rodeaba nunca menguaba, sin importar su atavío. Pero había que tener en cuenta que desde su nacimiento lo había tenido todo y ninguno de sus deseos había quedado insatisfecho. Acostumbrado siempre a que las mujeres lo acosaran e hiciesen lo que él decía, ni siquiera pensó en la molestia que le causaría a Lali tener que preparar la comida.
A la hora de cenar, la atmósfera del comedor estaba cargada de tensión. Desprovisto de preocupaciones, Peter comió con mucho apetito. Agustin, quien consideraba sospechoso cualquier alimento al que no estuviera acostumbrado, se limitó apenas a probar lo que había en su plato; Sandra estaba demasiado ocupada intentando flirtear con Peter y ni siquiera se daba cuenta de lo que comía.
-¿Estás de acuerdo en que me quede aquí esta noche? -preguntó Peter con indolencia-. Estoy cansado de viajar en avión y no tengo ganas de volver a hacerlo tan pronto.
-Por supuesto -asintió Lali con cortesía. Otras dos camas que preparar, ¡a menos que esperara que su chofer durmiese en el coche!. Cansada, Lali fue a sacar las sábanas y se dirigió hacia los dormitorios, en los cuales hacía tanto frío que el vaho de su aliento se veía en el aire, por lo que volvió a bajar a la planta inferior para llenar sendas bolsas con agua caliente y poder quitar el frío a esas camas que en tan raras ocasiones se usaban. Después encendió el fuego de la habitación destinada a Peter, ya que con toda seguridad él sentiría más frío que los demás.