Ella se turbó al ver que Peter ya se encontraba acostado en la cama, y las sábanas lo cubrían apenas hasta el estómago. El tórax lo tenía cubierto por una capa de negro vello, cuyo vértice del triángulo formaba una inquietante senda que se extendía más allá de su cintura y desaparecía bajo las sábanas. Su piel bronceada resaltaba aún más debido a la blancura de las sábanas. Al verlo, a Lali se le secó la boca y tuvo que desviar la mirada.
-Estaba a punto de apagar la luz -dijo Peter y sonrió-. Me gustaría saber algo, ¿también en la habitación de los demás encendiste el fuego?
Lali se ruborizó.
-No, pero pensé que tú notarías más el frío. Tengo que hablar contigo. ¿Podrías cubrirte? -pidió, y él se rió.
-No seas tan puritana, Lali. Yo nunca he usado pijama, y recuerdo que hace años solías pasar la mitad de la noche conmigo cuando tenías dolor de muelas. Entonces no te molestaba.
-Era una niña pequeña -ella sentía que el valor la abandonaba-. Peter -dijo de súbito-, ¿quieres casarte conmigo?
Si alguna vez deseó ver desconcertado al imperturbable Peter, en ese momento su deseo se convirtió en realidad.
-Cielos -exclamó él contemplándola con incredulidad-, espero que no sea que todavía te sientas atraída hacia mí.
Así que él lo había notado, pensó Lali, pero por suerte había sido lo bastante considerado entonces como para no herirla con sus sarcásticos comentarios.
-Por supuesto que no -respondió indignada-. Y si no me encontrase en la situación en la que me encuentro, no recurriría a ti. Ya te imaginarás que no me refiero a un verdadero matrimonio. No sé por qué me miras así, sabes que todo lo que hace falta para satisfacer las condiciones del testamento del abuelo es un certificado de matrimonio.
Peter se incorporó y contempló la pequeña figurilla de ella de pies a cabeza.
-En tu interior eres una verdadera Esposito, ¿verdad? Todo por el dinero -comentó con desdén-. ¡Pero nunca me imaginé que cometieses la colosal impertinencia de fijarte en mí! ¿Por qué no Agustin?
Lali se sintió invadida por una oleada de culpabilidad, pero tenía que aclarar la situación y no permitir que prevaleciese una falsa impresión.
-Los Morley se quedarán en una situación terrible si no recibo el dinero...
-¿Y quiénes son esas personas?
-Eran los únicos sirvientes que le quedaban al abuelo. Sam es el jardinero y
Maisie el ama de llaves. Ambos envejecieron a su servicio y, si yo me caso con alguien, ellos quedarán desprotegidos y sin tener a quién recurrir en busca de ayuda.
-Me rompes el corazón -gimió Peter con suavidad-. ¿No pudiste haber pensado en algo más convincente?
otro
ReplyDeletemas nove ♥
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