Friday, September 4, 2015

capitulo 49

-¿Conservó el apellido Esposito por precaución? -preguntó el hombre, dando a entender que sabía que en un tiempo atrás un miembro de la familia Lanzani había sido raptado-. De todas maneras, le recomiendo que lo actualice. Su cara ha aparecido en todos los periódicos y en la televisión. Es una ironía, signor... su ilustre familia tiene fama de proteger celosamente su privacidad, pero su mujer no puede ir a ningún sitio en Italia sin que la reconozcan como una Lanzani.
Peter se puso tenso, y su cara se ensombreció.
Lali estaba convencida de que aquella información lo había afectado. Lo primero que le dijo cuando la encontró en La Rocca, era que tenían que ser discretos. Hasta ese momento no había sabido a qué se refería. La familia de Peter era una de las familias con más dinero de Europa. Ni siquiera se creía que iba a volar a Roma con él.
-Es una tontería que me obligues a acompañarte a Roma -le dijo Lali muy bajo, mientras miraba cómo el policía se metía en su coche.
-Cuando te subes a una montaña rusa, y estás arriba, no puedes decir que quieres bajarte porque tienes miedo.
Lali palideció. La tensión que había entre ellos casi se podía palpar. El sonido de las hélices del helicóptero rompió el silencio del valle. Lali miró para el otro lado, intentando distraerse. Peter la agarró del brazo.
-¡No estoy asustada! -le informó, metiéndose las manos en los bolsillos de su vestido de verano.
-Pues deberías estarlo -comentó Peter-. Porque hay una debilidad que no compartimos. Yo nunca seré un esclavo de la pasión. Cuando sea el momento de partir, ¿qué vas a hacer si sientes que nuestra aventura debe de continuar?
A escasos milímetros de su musculoso cuerpo, absorbiendo su erótico poder que le laceraba su orgullo y la llenaba de malos presagios, Lali lo miró, luchando porque las piernas no se le doblasen.
-Pues me cortaría el cuello -contestó con desprecio.
Los ojos de Peter brillaron, y sonrió.
-Morir o curarte, todo o nada... qué poco has cambiado, cara. Pero por desgracia en la vida a veces no es tan simple elegir.
-Es lo simple que tú quieras que sea -le dijo Lali, apretando los dientes, luchando por la atracción tan fuerte que sentía por él. Apretó los puños y se metió las manos en los bolsillos, para aguantar la tentación de tocarlo. Deseaba sentir su contacto, oler su aroma, satisfacer el deseo que le subía por el cuerpo y se le agarraba al cuello, que hacía que sus pechos se hinchasen.
-Satisfacer los deseos sexuales no es siempre tan sencillo, porque no somos animales. ¡Qué inocente eres, a pesar de tu avaricia! Eres capaz incluso de admitir tu ignorancia. Pero cuanto más te engañes a ti misma, peor lo vas a superar.
Con el pulgar le acarició los labios. De forma involuntaria, cerró los ojos y abrió la boca para chuparle el dedo. Cada uno de los músculos de su cuerpo se tensó de anticipación. De pronto sonaron golpes en la puerta. Lali se asustó. Cuando abrió los ojos, Peter ya había ido a abrir. Un hombre con traje oscuro, al que Peter llamó Nardo, levantó las maletas que había en la escalera. El helicóptero había llegado y era hora de marchar. Se puso sus manos sudorosas en la cara. No había querido darle a Peter tanto poder sobre ella, no había pensado que con ello se debilitaban más sus defensas.
-¿Vendrás otra vez a visitarnos? -le preguntó Maddalena, que junto con su abuelo y otras tías abuelas habían ido a despedirla.

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