Ella dirigió una mirada de soslayo a sus apuestas facciones, el cabello negro que se le erizaba en la nuca y que contrastaba con sus pobladas cejas negras y sedosas y largas pestañas heredadas de su padre italiano. Era un rostro arrogante, cuya soberbia estructura ósea reflejaba una gran fuerza de carácter, y su nariz prestaba una decidida elegancia a sus facciones, aunque su bien delineada boca expresara cinismo y sensualidad. Con razón las mujeres caían rendidas a sus pies, pensó Lali a regañadientes.
-Volveré dentro de un momento -mientras se soltaba para ir a la cocina, donde le pidió a Maisie que preparase café para Peter.
-¡Lali! -oyó que la llamaba Agustin, y entonces acudió presurosa para tomar asiento en uno de los sillones, mientras el señor Coverdale sacaba algunos papeles de su portafolios.
-En primer lugar -declaró el hombre con circunspecta seriedad-, debo decir que en esta habitación se encuentran algunas personas que no reciben beneficio de la última voluntad y testamento del señor Esposito.
-Todos somos de la familia -aseguró Agustin con arrogancia-. Así que haga el favor de continuar.
El señor Coverdale suspiró antes de proseguir:
-El señor Esposito tenía desde hace algún tiempo la intención de que la señorita Lali Esposito fuese la heredera universal de sus bienes, pero hace un año agregó un codicilo a su testamento. Yo traté de hacerle entrar en razón respecto a los términos incluidos, pero él se obstinó en seguir adelante con su propósito. Por lo tanto, señorita Esposito, mi deber es informarle que...
-¿Heredera universal? ¿Heredera universal? -repetía Celia con furia.
Una expresión de gozo cruzó por las aburridas facciones de Peter al tomar asiento en una silla cercana a la ventana.
-Que tiene muy pocas probabilidades de ganar si impugna el testamento -completó el señor Coverdale.
-¿Ella se lo lleva todo? -exclamó Celia.
Agustin hizo una mueca.
-Celia, nadie se lo tendría más merecido que ella. Lali se comportó con el abuelo como la mejor de las nietas. Pero si hubieras escuchado bien, te habrías dado cuenta de que hay algo más.
Mientras la familia hacía agitados comentarios entre sí, Lali palideció. Hacía un año que se había hecho ese cambio en el testamento; por lo tanto, se deducía que su romance con Benjamin le había importado al abuelo más de lo que había admitido. Pero ella no se sentía desilusionada; de hecho, estaba contenta por no recibir la herencia completa, pues no creía que le correspondiese a ella. Lo único que deseaba era que le tocase lo suficiente para poder ayudar a los Morley.
-Por desgracia, los asuntos del señor Esposito no están muy claros y aún no tengo los datos exactos de las inversiones que mi cliente hizo en Sudáfrica. Esta casa la hipotecó para ello. No obstante, puedo decir que... -el notario dio un paso adelante, sin
hacer caso de los murmullos de sorpresa-... el dinero está en esas inversiones y me imagino que la cantidad comprendida es considerable. Y ahora, si no tienen inconveniente, procederé a la lectura del testamento.
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