Monday, September 7, 2015

capitulo 67

¿Pero qué más daba? Ya le había dicho que no estaba embarazada. Desde ese momento, seguro que se habría sentido libre de cualquier obligación hacia ella. Sabiendo que era libre para iniciar un divorcio, probablemente habría invitado a Melina a que fuera con él a Milán. Estaba claro que no esperaba que Lali fuera a recibirlo al aeropuerto.
Perdida en Roma, casi sin dinero en el bolsillo, sin saber siquiera cómo llegar a Villa Fontana en transporte público, Lali no tuvo más remedio que ceder ante las circunstancias. Tenía que volver y hacer las maletas, aunque tuviera que ver otra vez a Peter. Después de comprar una tarjeta para llamar por teléfono, se puso a la cola en una cabina.
No esperaba que fuera Peter el que respondiera el teléfono. Pero en el momento que él escuchó su voz temblorosa, empezó a hablar en italiano, tan rápido que ella no podía seguirle. Era Peter, y a la vez no parecía él. Parecía estar fuera de control.
-Quiero que envíes un coche a buscarme, pero no quiero que vengas tú -le dijo Lali.
-¿Dónde estás? -le preguntó Peter-. Per amor di Dio... he estado muy preocupado.
-La verdad es que no sabes representar nada bien el papel de adúltero, Peter. Creo que tu vida va a ser más fácil cuando estemos divorciados -murmuró Lali, con contundencia.
-Por favor, dime dónde estás -insistió Peter. Lali se lo dijo y añadió:
-Si vienes en el coche, yo no me subiré -no quería un enfrentamiento con él en un sitio tan pequeño.
Una limusina apareció en menos de diez minutos. El jefe de seguridad de Peter, Nardo, la vio y le abrió la puerta para que entrara en la parte de atrás.
-La buscamos por todo el aeropuerto -suspiró Nardo-. El señor Lanzani se puso muy nervioso y no quería volver a casa hasta encontrarla.
Cuando la puerta se cerró, Lali se sorprendió al ver que compartía su asiento con un oso de peluche bastante grande, que llevaba una miniatura en sus brazos. El osito parecía tan triste y abandonado como ella misma. Aquella era la forma de despedirse de Peter, la forma que tenía de decirle que no había madurado lo más mínimo. ¿Pero por qué tenía aquel osito un bebé en sus brazos? ¿Estaría tratando de hacer un chiste que ella no entendía?
Lali, la verdad, no conocía bien a los hombres. No entendía cómo Peter podía ser capaz de hacer el amor con ella de forma tan apasionada y después irse con Melina. Tampoco sabía cómo le iba a decir que llevaba un hijo suyo en sus entrañas...
Se durmió en el coche. Cuando despertó, estaban en Villa Fontana y la llevaba Peter en Brazos.
-¡Bájame!
-Pensé que te había perdido... nunca he estado tan asustado en mi vida -gruñó Peter, apretando sus brazos alrededor de ella-. No me hagas esto nunca más.
-No estaré aquí para hacerlo -le recordó ella.
Peter la dejó sobre un sillón muy cómodo que había en su dormitorio. Lali se quedó mirándolo. Tenía un aspecto de lo más triste. Nunca antes había visto que una persona pudiera cambiar tanto en tan pocas horas. Tenía los botones de la camisa desabrochados, la corbata para un lado y no se había afeitado. Estaba pálido, como un cadáver, y tenía la mirada extraviada.
-Me mentiste... -le dijo Lali.
-¿Cuándo te mentí?
-Cuando te pregunté quién era Melina, no me dijiste la verdad.
 Peter le acarició su pelo alborotado.
-Aquel día estaba pensando en Pablo... no me acordé que Melina fue la mujer que viste en Cagliari.
-¿No te acordaste? -repitió Lali.

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