Sabía que meterse en la cama con Peter sería la mayor de las equivocaciones. No solo fracasaría a la hora de transmitirle la imagen que había querido darle de sí misma, sino que se sentiría humillada y barata después.
—¿Para eso me has dado un día de cuento de hadas? —replicó.
—Claro que no —respondió él, tensando el rostro.
—Me has vestido como si fuera una muñeca y me has hecho probar una muestra de lo que presumiblemente, a ti te gusta —prosiguió ella, tratando de aguantar los sollozos que se abrían paso en su interior—, pero yo sigo siendo la misma. Tal vez, no sea muy especial, pero si hubo algo que aprendí de Benjamin fue que tengo que respetarme más a mí misma.
—En estos momentos, no quiero oír hablar de ese novio tuyo —replicó él, lleno de mordacidad—. Sin embargo, puedes estar segura de que nunca he tenido que chantajear a una mujer para que se metiera en mi cama.
Lali creyó aquellas palabras. No obstante, sabía que si volvía a hablar, se echaría a llorar y quedaría todavía más en ridículo. Cuando la limusina llegó a la casa, se bajó de ella rápidamente y empezó a subir las escaleras antes de que Peter hubiera podido entrar en la casa. Se dirigió directamente a su habitación. Lo primero que hizo fue ir a ver a su hijo. El niño estaba profundamente dormido y Lali decidió que, al día siguiente, se iría directamente a los servicios sociales para buscar un trabajo. El día siguiente sería el comienzo de una nueva vida.
Bajo la ducha, dio rienda suelta a sus lágrimas. ¿Cómo podía haberse sentido tentada? Había sido un día mágico, pero Peter no era muy diferente del resto de los hombres que había conocido. Estaba programado por sus hormonas y siempre dispuesto a aprovecharse de las mujeres.
Se puso el camisón de seda blanco que había llevado la noche anterior. Le quedaba algo estrecho, sobre todo en el escote, pero no tenía intención alguna de bajar vestida de aquella guisa a la calle. Se metió en la cama, pero no consiguió dormir. Entonces, oyó un suave sollozo que procedía de la habitación de Tomas. Rápidamente, salió de la cama para ver cómo estaba su hijo.
El niño seguía dormido. Cuando comprobó que estaba bien y que dormía tranquilamente, decidió que, seguramente, solo había sido un mal sueño. Se dispuso a volver a su dormitorio, pero entonces, en la puerta que comunicaba la habitación con el pasillo, se quedó petrificada al ver a Peter, de pie en el umbral, vestido solo con un par de calzoncillos bóxer de color negro.
quiero mas
ReplyDeleteotro
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