Sunday, November 1, 2015

capitulo 41

Trató de calibrar el hecho de que hubiera arriesgado su propia vida por ella. Frustrada, se preguntó si no habría explicación para el modo en que la había tratado. Sus labios resecos se atrevieron a formular una pregunta clave.
-Dime, ¿es realmente tan importante para ti tenerme bajo tu techo?
Con voz pausada él respondió:
-Entre marido y mujer es una necesidad absoluta.
-¿Marido y mujer? -repitió.
-Dijiste que te casarías conmigo.
-¿Sí...? -murmuró estupefacta.
-Sí. Lo dijiste. Sabía que lo dirías -mientras confirmaba sus palabras, la apartó un poco para mirarla mejor-. Y vas a mantener tu palabra. No me he pasado todo el día de ayer haciendo los preparativos de nuestra boda, simplemente para que a última hora decidas cambiar de opinión.
-¿Preparativos de nuestra boda? ¿Ayer? -un débil rubor se extendió por sus mejillas. -Es que no veía ninguna razón para posponer las cosas. Debes descansar -le hizo apoyar de nuevo la cabeza sobre la almohada y le preguntó-: ¿Por qué estaba la máquina de escribir dentro de tu coche?
-No tengo la menor idea. No sé qué es lo que hice anoche -por alguna razón las lágrimas inundaron sus ojos y corrieron por sus mejillas-. No me sentía bien. No era yo misma. -Probablemente eras más tú misma de lo que habías sido durante mucho tiempo. Me sonreías. ¿Con qué razón voy a quejarme si necesitas una temperatura de más de cien grados para hacerlo?
La consoló diciéndole que era perfectamente normal que llorara, pero ella no lo escuchaba. El incendio le preocupaba menos que la bomba que él había dejado estallar en su desprevenida cabecita. ¿Le habría dicho realmente que quería casarse con ella?
-El doctor Cates, el médico de tu familia, te examinó anoche. Supuse que no querrías ir al hospital, a menos que fuera estrictamente necesario. Así la prensa no se enteraría de lo sucedido.
-Pero correrá la noticia del incendio.
-Es posible, pero nadie ha realizado un verdadero reportaje. John, el marido de Merrill, llegó a Lower Ridge antes que la policía. Le rogué que trajera tu coche ya que el vehículo era la única prueba de que estabas en la casa en el momento del incendio. Las autoridades no te han molestado porque, según creen, estabas fuera de la casa desde hacía varios días.
Su respuesta inmediata a la posibilidad de que la prensa se enterara del caos de la noche anterior la sorprendió.
-¿Creen que me fui dejando algo encendido?
-Han ocurrido cosas aún más extrañas. Sea como fuere, la policía perdió todo interés en cuanto se dio cuenta de que no había sospechosos en el incendio. Pero de todos modos los periodistas sitiarán la casa, clamando por una entrevista contigo. A ti seguramente te agradaría su atención, pero no a mí. No entra en mis planes casarme un miércoles y saber que a la salida me está esperando una jauría de periodistas.
-¿Un miércoles? -exclamó Lali-. Faltan apenas tres días.
Su incredulidad no lo impresionó. La miró fijamente.
-¿Es que tienes algo mejor que hacer?
-Cuando hablaste de preparativos para la boda, nunca imaginé que tú...
-¿Que sería tan pronto? Amor mío, recuerda que mi tío es obispo. Ayer le expliqué la situación. Entendió nuestra necesidad de una ceremonia rápida y tranquila. Tenemos un permiso especial.
-Pero el miércoles... -repitió incrédula.
-En la iglesia del pueblo, a las once. No veo el problema.
Lali podía percibir el tono de advertencia de su voz.
-No pensaba que sería tan pronto.
-A nadie debemos complacer... A no ser que quieras mantener abiertas otras puertas...
Levantó la mirada, pues comprendió el significado de sus palabras. La piel se le encendió de nuevo, su pulso se aceleró y su racionalidad se esfumó a la misma velocidad. Le daba vueltas la cabeza.Peter era demasiado eficiente en todo. Su propuesta era fría y práctica, pero en su mirada no había el menor vestigio de frialdad.
-Debo levantarme -musitó al tiempo que hacía a un lado las sábanas, pero se mareó en seguida.

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