Saturday, October 31, 2015

capitulo 40

Alguien le estaba gritando a Lali, la sacudía. La joven tosió y jadeó espasmódicamente en accesos que sacudieron todo su cuerpo. Sólo por el tacto reconoció los brazos de Peter. Abrió los ojos y vio una noche desdibujada que le recordó el infiernno. Ya no estaba oscuro. Escuchó un estrépito. Era el crujido y el crepitar de las llamas anaranjadas y amarillas que se perdían en el cielo y que enviaban en todas direcciones chispas de todos colores. No podía ver el albergue, y mucho menos comprender qué era lo que alimentaba ese fuego.
En seguida se produjo un fuerte resplandor y un gran ruido. Entonces escondió la cabeza en la chaqueta de Peter. Él temblaba y ella podía percibir la ira feroz que se esforzaba por contener. Alguien la envolvió en una sábana.
Lali no estaba segura de si ese alguien había sido Peter u otra persona. Aunque no lo veía, sentía su presencia.
-Sí -farfulló sin pensar-. He dicho sí.
De repente apareció en una habitación extraña y muy iluminada. Centró la mirada en Peter; estaba discutiendo acerca de algo. Una mujer con una bata blanca, de complexión robusta, le decía en voz alta que no hiciera tanto ruido, pero Lali no pudo mantener abiertos los ojos. Con una sonrisa se dio la vuelta.
-¿Cómo te sientes?
Vio una carita angustiada que se cernía sobre ella. «¿Tina?», se preguntó. Quejándose, movió la cabeza.
-¿De verdad vas a vivir en mi casa para siempre? -le preguntó Tina con voz excitada.
-Déjala descansar, aún no se encuentra bien -Peter apareció de pronto y apartó con delicadeza a Tina de la cama. La levantó en brazos y luego volvió a dejarla en el suelo-. Por favor, ve a pedirle a Jessie que nos traiga una taza de té.
Lali miró con agrado lo que la rodeaba: muebles agradables, pero desconocidos para ella.
-¿Dónde estoy? -susurró.
-En Torbeck. Son las cinco de la tarde del día siguiente al del incendio.
Lali frunció el ceño. Tenía recuerdos muy vagos de todo, retazos sueltos que carecían de sentido.
-¿Ha habido un incendio?
-O lo hubo o se trata de un montón de gente que sufrió una alucinación masiva -sentado al pie de la cama, Peter la contempló y puso atención especial a su palidez-. Me he pasado casi todo el día hablando con la policía y los bomberos. Según parece, llegaron demasiado tarde. La casa es un montón de ruinas. Todo se ha perdido. ¿Te das cuenta de lo afortunada que eres por estar viva?
Lali se llevó una mano temblorosa a la cabeza.
-¡Dios mío! Lo último que recuerdo es estar sentada en el sofá... y tal vez dos o tres cosas más. -El incendio comenzó en tu cuarto. Nada te habría salvado si hubieras estado allí.
-Me dejé encendida la calefacción eléctrica -murmuró ella.
-Te corrijo. Te dejaste encendida la calefacción eléctrica defectuosa. Tu abuela sabía que era peligrosa, para también era lo suficientemente tacaña como para no arreglarla. Si no hubiera estado cerrada la puerta que comunicaba la cocina con el vestíbulo, ahora mismo estarías muerta.
-Por favor, ya no lo digas.
-Sólo quiero recalcarlo. Te salvé por cuestión de mnnutos.
-Me sentía muy mal. Me olvidé de apagar la calefacción.
-Provocaste un buen incendio, te lo concedo -repuso él con voz apagada-. Ya te advertí acerca del estado de la instalación eléctrica.
-Está bien, tú me salvaste. Arriesgaste tu vida... -declaró tajante, pues quería hablar de otra cosa.
Había cierta violencia en la mirada de Peter.
-No hubo nada de heroico en lo que hice... No recuerdo cómo salí del coche, ni cuándo rompí la ventana. Lo único que recuerdo es que pensé que había sacado un cadáver. Lali sintió un intenso escalofrío.
-Me gritaste...
-Tal vez te sorprenda, pero la posibilidad de vivir sin ti no me entusiasmó en absoluto. Grité después, cuando ya habías vuelto a la vida. No me enteré de que estabas enferma hasta que te abrazaste a mí.
-Lo siento.
-Yo no. Ahora estás bajo mi techo -suspiró Peter. Se sentó en el borde de la cama y la atrajo hacia sí. Con un breve suspiro ella se apretó contra él y la envolvió el aroma familiar de su cuerpo, encantadoramente familiar.

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