Wednesday, October 28, 2015

capitulo 4

-Yo no lo supe hasta que compraste la finca para ellos. De dónde sacaron el dinero para comprarla siempre fue un misterio. Tú sabes que quiero comprar Lower Ridge. La oferta está por encima del precio del mercado. Personalmente, Morgan lo comprobó antes de notificártelo. -Él se tomó muchas atribuciones sin contar con mi aprobacion -observó con tono incisivo-. Hace ocho fue difícil vender esa finca -replicó-. Y no comprendo por qué la quieres ahora -lo miró desafiante y añadi:. -No, Rodeo Drive encaja mejor con mi persornalidad. Es algo propio de mi clase -con amarga satisfacción pronunció las mismas palabras que él le espetó en el sepelio de su abuelo-. ¿Qué derecho tuviste para decirme, eso?
-Tal vez ninguno, pero era la verdad -se mantuvo inflexible-. ¿Qué clase de recibimiento esperabas cuando te exhibías en una limusina perseguida por una jauria de periodistas? Pudiste venir recatadamente, pero no lo hiciste. Lograste convertir una ocasión soIemne en una escandalosa sesión de publicidad.
-Fue un accidente -exclamó en un impulso-. No sabia lo que hacía.
Ante la mirada fría e inexpresiva de Peter, volvió la cabeza y miro sin ver los eriales. -Creo que no llevo las llaves en este momento, pero si las necesitas... -murmuró él.
-Las necesito.
-Volveré a Torbeck a buscarlas.
-Muy bien.
Sin la menor advertencia miró hacia atrás y descubrió el feroz destello que brilló en la mirada de Peter, antes de que pudiera disimularlo. Incontables hombres habían mirado con deseo a Lali, pero ninguno le había provocado el menor interés. Ese instante de titubeo de Peter la llenó de emoción. «Llora amargamente, Peter. Mira bien lo que dejaste escapar», pronunció la joven en silencio.
-¡Por Dios, Lali, recuerda que fuimos buenos amigos! -protestó él.
-Eso pertenece al pasado.
-¿Ya has comido? -preguntó de golpe, lanzando un vistazo a su reloj.
-No, pero te sugiero que vayas a hacerlo con tu esposa -respondió-. Ahí es donde debes estar.
La mirada de Peter se endureció. En el aire flotaba una ardiente hostilidad.
-Paula está muerta, Lali. Falleció en un accidente hace dos años.
Siguió un tenso silencio y Lali lo miró impasible Con un control absoluto sobre sus facciones. «Muerta», pensó, pero se negó a reflexionar sobre ese hecho. No llegó a conocer a Paula. Aquella mujer se las había arreglado para vivir y morir sin enterarse de cuánto la había odiado Lali por haberse apropiado de lo que tan estúpidamente creyó suyo. Había superado ese odio. ¿Por qué odiar a una persona cuyo rostro ni siquiera había llegado a conocer?
Durante unos momentos la dominó la impaciencia.
-Te veré en Lower Ridge dentro de media hora, con las llaves.
Lali asintió mientras él subía de un salto al LandRover. En cuanto se fue, la joven subió a su coche. Le temblan las manos. Debilitada, descansó la cabeza en el respaldo. Tenía un nudo en la garganta.
Sus abuelos habían insistido en que dejara de asistir a la escuela a los dieciséis años, pero en aquel entonces era dificil conseguir empleo. Por sugerencia de Mercedes, estuvo trabajando alguna tarde que otra en la granja
Peter estudiaba entonces en la universidad y con frecuencia invitaba a sus amigos a pasar allí los fines de semana. Una dimensión nueva y perturbadora había invadido su otrora estrecha amistad, creando barreras que antes no existían.
Peter la rehuía. Cuando la veía, su renuencia a tocarla era evidente. Interpretaba correctamente esa tensión sexual que la había llevado a comprender la fuerza de sus sentimientos.
Así, analizando el pasado, dejó atrás sus fantasías adolescente. Ella ni siquiera contaba con el indispensable origen social para aspirar a ser una amiga ocasional aceptable. A Peter le había molestado que ella trabajara en las labores domésticas, pero no se lo había dicho explícitamente. Él sabía que sus abuelos habían luchado mucho para sobrevivir.
¿Fue por conmiseración por lo que se presentó en su casa, con un regalo para ella, aquella noche de Navidad? Un brazalete de plata, encantador y delicado. En sus ojos apareció un extraño brillo mientras recibía eI regalo, un brillo que había desmentido sus palabras, que no eran sinceras.
Todas las noches de Año Nuevo, los Lanzani abrían las puertas de su casa a la mitad del condado. Jessie habia persuadido a Julia para que Lali durmiera en la granja, porque la fiesta se prolongaría más allá de la medianoche.

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