Friday, October 30, 2015

capitulo 25

Lali tardó una eternidad en dormirse. Casi era mediodía cuando despertó.
Cuando terminó de comer le devolvieron su coche. El mecánico le entregó las llaves. -Ha quedado como nuevo, señorita Esposito. No ha sido un trabajo muy difícil.
-¿Cuánto le debo?
El mecánico la miró sorprendido.
-Peter Lanzani nos ha pagado por la mañana.
A Lali le ardía la piel. ¿Cómo se había atrevido a hacerlo? Rápidamente fue hacia su coche. En un instante llegó a Torbeck.
Peter salía de los establos.
-Pensaba ir a buscarte dentro de media hora.
-No he venido para ir a ninguna parte contigo -le espetó-. Quiero pagarte lo de mi coche.
¿Cuánto te debo?
-Bien, podías empezar disculpándote.
-¿Disculpándome? -preguntó con sorna.
-El taller sólo entrega los vehículos cuando se ha pagado la cuenta. Ya te he evitado la molestia de ir al taller. El recibo está en mi oficina. Y no recuerdo la cantidad exacta.
-Según parece, he cometido un error.
-En eso siempre te llevas un premio -la miró con acritud y entró en los establos.
-Discúlpame -declaró ella.
-Dime una cosa. ¿Siempre te vales de cualquier excusa para pelear y mantenerte a distancia, o se trata (de algo que no puedes dominar?
-Te he pedido disculpas...
Él la miró fijamente y luego se apartó de la yegua que estaba ensillando.
-Me gustaría que diéramos un paseo a caballo.
-Peter, no puedo quedarme -musitó.
La estudió y en seguida ella empezó a justificarse.
-No tengo botas adecuadas.
-Yo tengo de sobra -le sugirió con tono cordial-. ¿Cuánto tiempo hace que no montas?
-Grant tiene un rancho en Texas. Casi siempre vamos allí en primavera -tragó saliva.
Peter salió llevando de las riendas a un semental mientras ella montaba una yegua. -¿Cómo se llama? -preguntó Lali.
-Misty.
-¿Es de Mercedes?
-No. A veces la monta, pero yo la compré para Paula.
En cuanto salieron a campo abierto, Peter soltó las riendas de su caballo y Lali hizo lo mismo. Estaba tan segura en la silla de montar como lo había estado en sus primeros años. Misty respondió con un galope entusiasta que a pesar de todo no le sirvió para alcanzar al corcel de Peter. Una vez en el páramo, él se detuvo para esperarla.
-Va a llover. Debemos regresar.
-¡No! Me lo estoy pasando maravillosamente bien.
-Como quieras. Entonces iremos a Tor -señaló las rocas del despeñadero de la colina-. Allí nos protegeremos.
-¿Cómo está Tina? -preguntó ella con voz amable.
-Ayer pilló un resfriado, pero hoy ha amanecido mejor.
-Es muy... tímida -comentó Lali, escogiendo con cuidado las palabras.
-Paula no fue una buena madre. En cuanto se disipó la novedad de tener una hija, cuidarla le pareció una carga, lo cual hizo muy insegura a la niña.
La mente de Lali era un torbellino. Los años transcurridos empezaban a pesarle.
-Dime... ¿Paula te dejó?
-Paula era hija única. Cuando nos casamos estuvo a la altura de sus deberes en cuanto al trabajo y las responsabilidades. Yo no tenía tiempo suficiente para darle la atención necesaria, por lo
cual la buscó en otra parte. Sus coqueteos tenían por finalidad obligarme a dedicarle más atención, pero la verdad es que no reaccioné como ella supuso que debía hacerlo -sonrió con amargura-. Yo tenía veintitrés años y me faltaba paciencia. Paula anhelaba vivir en el campo, pero en cuanto descubrió lo que era en realidad, me pidió que lo vendiera todo y que nos mudáramos. En aquel tiempo no podía permitirme el lujo de hacerlo. Trabajaba dieciocho horas diarias y en mi casa me esperaban escenas de histeria. En cierto momento dejé de hacerle caso. Me desconecté.

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