Tuesday, October 27, 2015

capitulo 87

Epílogo
La música navideña sonaba de fondo, mientras unos cincuenta familiares y amigos comían, bebían y charlaban. El elegante salón estaba decorado con adornos dorados, copos de nieve plateados y guirnaldas en cada ventana.
A un lado, cerca de la mesa en la que había ponche y bandejas de galletas, Lali apretaba la mano de Peter. Llevaba un sencillo vestido blanco hasta media pierna y un ramo de rosas blancas. En la mano izquierda lucía su anillo de diamantes.
Era su día de boda y nunca había sido tan feliz. Nunca había visto a Peter tan guapo y contento.
Había sido idea de él casarse el día de Navidad y celebrar la ceremonia y la recepción en casa del padre de Lali, en el mismo salón en el que se había celebrado aquella fiesta de Navidad años atrás.
A Lali no le había parecido buena idea, temiendo que se abrierm viejas heridas, que estaban empezando a olvidar. Pero él había insistido, y había acabado accediendo.
Todavía estaba sorprendida de que el día hubiera transcurrido sin ningún contratiempo y de que Peter no se hubiera mostrado inseguro en el último minuto. Se sentía culpable por haber pensado eso.
Ladeó la cabeza y miró a su marido, sonriéndole al encontrarse con sus ojos. El se inclinó y la besó en los labios, algo que había hecho desde que el sacerdote los declarara marido y mujer.
—Feliz Navidad, señora Lanzani —murmuró él, incorporándose.
—Feliz Navidad, señor Lanzani —respondió ella.
La tomó por la cintura y la atrajo hacia sí. Lali apoyó la cabeza en su hombro, observando cómo sus amigos y familiares disfrutaban, a pesar de haber sacrificado sus celebraciones para estar con ellos en un día tan especial. Su padre estaba bailando con la madre de Peter, mientras Candela recorría la estancia en busca de solteros apuestos.
Sus familias habían congeniado a la perfección, para alivio de Lali. Ygracias a los consejos de Peter, Suministros para Restaurantes Esposito no sólo había salido a flote, sino que estaba yendo muy bien desde que Peter se convirtiera en socio.
—Deberíamos estar bailando.
—Tienes razón —dijo ella, comenzando a moverse hacia la pista de baile—. Los villancicos son una extraña música para una boda, pero no deja de ser una boda navideña.
Al llegar a una zona despejada, la abrazó y comenzaron a bailar.
—Es muy romántico. Además, así nunca me olvidaré de nuestro aniversario. Y si lo hago, te doy mi permiso para que te divorcies y te quedes con todo.


—Será mejor que no te olvides del aniversario. Sobre todo teniendo en cuenta que todo esto ha sido idea tuya —dijo, y mirándolo a los ojos, añadió—: ¿Te arrepientes de celebrar la boda aquí, en esta época del año?
—¿Cómo? ¿Te refieres a haber sido éste el sitio de mi humillación cuando era un adolescente?
Mantuvo su mirada unos segundos, con expresión seria, y Lali pensó que estaban a punto de tener su primera riña de casados. Entonces sonrió, y se sintió aliviada.
—No, no lo siento. Quería casarme contigo aquí, en el día de Navidad, para demostrarte que he olvidado el pasado. Además, si no hubiera sido por lo que me dijiste ese día, no habría pasado los siguientes veinte años odiándote.
Ella hizo una mueca, pero él la ignoró y continuó hablando.
—Y no te habría chantajeado para meterte en mi cama, y no me habría enamorado de ti. Debería estar agradecido a aquella esnob por tratar de impresionar a sus amigas rompiéndome el corazón.
—Pensé que me habías perdonado —dijo ella.
—Oh, sí, te perdono. Pero eso no quiere decir que lo haya olvidado.
—De acuerdo, pero sólo lo voy a soportar veinte años más, así que será mejor que lo olvides mientras, tengas la oportunidad.
El sonrió y se acercó hasta que sus labios se rozaron.
—Me parece justo.
Fin

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