Wednesday, October 21, 2015

capitulo 21

Luego los pendientes y el collar, hasta que Lali estuvo libre de accesorios.
—¿Te he dicho ya lo guapa que estás esta noche? Lali se sintió avergonzada cuando la única respuesta que pudo encontrar a esas palabras fue una especie de sonido estrangulado. Peter sonrió, y sus ojos se tornaron de un verde tormentoso, brillando con picardía. Llevó las manos al cabello de Lali y le quitó las horquillas una a una, lentamente. Al terminar, hundió los dedos entre sus mechones y lo peinó hacia abajo, dejándolo caer hasta su cintura. Unos segundos después, sintió que le abría la cremallera del vestido, que cayó al suelo instantes más tarde.
Ella no lo impidió, ni trató de recoger el vestido antes de que cayera al suelo. Simplemente se quedó allí, dejando que él la desvistiera, hasta quedarse en ropa interior, con el liguero sosteniendo sus medias y los zapatos de tacón alto.
Peter dio un pequeño paso atrás, separándose para poder observarla completamente.
—Me gusta.
—Fue idea de mi hermana —dijo ella.
No se había parado a pensar lo que decía, y su comentario recibió una pregunta que salió de la cálida sonrisa de Peter.
—¿Qué cosa?
—El liguero y las medias. Me dijo que eran más sexy que las medias normales hasta la cintura y que te gustaría.
El sonrió aún más, deteniendo la mirada en el límite del encaje sobre sus muslos y los finos tirantes que lo sostenían.
—Tu hermana tenía razón. Recuérdame enviarle una nota de agradecimiento cuando volvamos. Y tal vez una caja de chocolates o un ramo de flores.
Lali asintió, ausente, sintiendo en su interior debilidad y calor al mismo tiempo.
Con una mano en su cintura y la otra acariciando su brazo de arriba abajo, Peter se inclinó y susurró en su oído.
—Dime, Lali, ¿vendrás a la cama conmigo? ¿Ahora, esta noche?
Ella cerró los ojos, sintiendo sus párpados demasiado pesados como para permanecer abiertos. Sentía que su sangre fluía pesadamente como almíbar por sus venas.
Si ella hubiera sabido que él iba a tener aquel efecto sobre ella, tal vez no habría ido. El era demasiado guapo, demasiado encantador y obviamente tenía mucho poder sobre ella. El poder de aflojarle las rodillas y obnubilar sus sentidos. El poder de hacerla no sólo dormir con un hombre al que apenas conocía, sino también llevarla al límite de implorar su contacto.
Seguramente, él ya se habría dado cuenta de que se deshacía entre sus manos y de que estaba lista para que la tomara. Aun así, le había pedido permiso para hacerle el amor, y estaba esperando aún su respuesta.

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