Tuesday, October 20, 2015

capitulo 19 y 20

Lali estaba de pie a la entrada, mirándolo todo, cuando Peter se acercó por su espalda y susurró en su oído:
—Tenemos más de una hora antes de bajar a cenar. ¿Quieres dormir una siesta, o deshacer la maleta, o...?
Aunque no la estaba rozando, su voz fluyó sobre ella como la miel caliente, y la sugerencia encubierta le provocó fuegos artificiales en la parte baja del estómago. Su respiración se entrecortó y tuvo que parpadear varias veces para evitar el súbito ataque de vértigo que la asaltó.
No estaba lista. Todavía no. Sabía que llegaría el momento en que no lo pudiera dilatar más, pero por ahora él le había dado otras opciones, y decidió agarrarse a ellas como a un salvavidas.
—Creo que deberíamos deshacer las maletas —dijo en voz bien alta.
Se giró rápidamente para dirigirse al equipaje, antes de que él pudiera protestar o, peor aún, tratar de detenerla.
Sin esperar una respuesta, se apresuró a poner su maleta sobre el colchón de la cama. Había un estante para el equipaje a uno de los lados, pero ella pensó que si la cama estaba cubierta por ropa y demás, no podría ser usada para otras cosas.
Sin decir palabra, Peter decidió unirse a ella y deshacer su maleta. Lo hicieron en silencio, mientras llenaban los cajones y armarios y atestaban el baño de cosas.
Cuando terminaron, Peter sugirió que comenzaran a prepararse para la cena, y la dejó educadamente a solas para que se cambiara. Ella se apresuró para arreglarse el pelo y el maquillaje, y se puso un vestido de cóctel de la media docena que había traído consigo, sabiendo que Peter necesitaría tiempo para usar la habitación y el cuarto de baño para vestirse.
Lali regresó a la sala contigua al dormitorio y encontró a Peter observando a través del ventanal las brillantes luces y la ajetreada actividad de la ciudad. Aunque el suntuoso y exuberante alfombrado absorbía el sonido de los pasos, él pareció sentir su presencia y se volvió.
La mirada de Peter se ablandó al verla, y una sonrisa amable asomó a sus labios mientras la observó. Llevaba el pelo recogido en un moño que dejaba sus hombros al descubierto y un vestido azul de encaje que abrazaba cada una de sus curvas y dejaba visibles sus seductoras piernas. Ella se movió incómoda y jugueteó con el colgante de zafiro de su collar.
El se acercó a ella lentamente, tomándose su tiempo y manteniendo firmemente su mirada en los ojos de Lali.
—Muy bien —murmuró al pasar a su lado, asegurándose de dejar espacio suficiente entre sus cuerpos.
Aunque la piel de Lali se erizó, no llegaron a rozarse.

—No tardaré mucho —dijo Peter.
Se dio media vuelta y se fue al dormitorio, cerrando la puerta tras de sí.
La cena, para alivio de Lali, transcurrió de una manera muy agradable y con mucho menos estrés de lo esperado. Peter la había presentado a sus socios por su nombre, sin mayor explicación y sin referirse a ella como su novia o acompañante o algún otro comentario que ella había estado temiendo. Y aunque Lali había hablado un poco con las otras mujeres de la mesa, permaneció callada y dejó que Peter hiciera sus negocios.
En un momento dado, la invitó a bailar y la mantuvo cerca de sí cuando la orquesta interpretó una canción suave y romántica. En esa tranquila atmósfera y después de un par de copas de vino, ella se apoyó en el fuerte pecho de Peter y disfrutó del calor de sus dedos en su espalda.
Lali no había olvidado su trato ni la razón por la que estaba allí, ayudar a su padre y transformarse en la amante de Peter, pero como el resultado de su decisión era inevitable, comenzó a relajarse y vivir el momento en lugar de obsesionarse con lo que podía suceder más tarde.
Se despidieron de los otros y se encaminaron hacia los ascensores a paso lento, tomados del brazo y con sus caderas rozándose.
—Estuviste fantástica esta noche. Les encantaste a Finklestein y Rogers. Y creo que sus esposas estaban felices de tener a otra mujer a la mesa. Mi estado de soltero suele invitarlas a pasarse toda la cena repasando una lista de mujeres solteras con las que creen que yo podría congeniar —dijo Peter una vez en el ascensor.
Lali sonrió, pero no respondió.
—Traerte conmigo fue sin duda una de mis mejores ideas —agregó Peter.
Cuando el ascensor se detuvo en su planta, él la guió hasta la suite, abrió la puerta y la invitó a entrar antes que él.
Habían dejado una lámpara encendida al otro lado de la habitación, por lo que el cuarto estaba bañado en una pálida luz amarilla.
—¿Te gustaría algo de beber?
Lali se volvió y encontró a Peter de pie cerca de la entrada de la pequeña cocina, pero negó con la cabeza.
—Ya he bebido demasiado vino con la comida. Un poco más y quedaría probablemente inconsciente y dormiría durante toda una semana.
—No podemos permitirnos eso —dijo él con voz apagada.
Luego se acercó a ella y acarició sus brazos desnudos, haciendo que su piel se erizase. Su mirada estaba fija en la de ella. Lali tragó saliva en un intento por evitar temblar.
Cuando las manos de Peter llegaron a sus muñecas, le quitó el reloj de oro y diamantes y lo dejó sobre una mesa a su lado. De la otra muñeca le quitó un brazalete, y luego los anillos de sus dedos.

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