Thursday, October 22, 2015

capitulo 31 y 32

Llevaba el pelo recogido en un moño alto y un vestido negro, con brillos plateados, con una apertura hasta el muslo y generoso escote, dejando al descubierto el cuello, los hombros y la espalda.
Apenas llevaba joyas, tan sólo un par de anillos y una pulsera, y los zapatos eran de tacón alto.
—Veinte minutos, como te prometí —dijo, dando un giro.
El vestido dejaba adivinar las curvas de su cuerpo, y de repente deseó quedarse con ella en la habitación para que nadie más pudiera verla.
—¿Qué te parece?
Se le ocurrían muchas cosas, pero ninguna de ellas era adecuada para oídos delicados ni como tema de conversación antes de una comida. Después de la cena, todo sería diferente.
—Bien, bien. Estás muy bien —tartamudeó.
Apenas podía hablar y le costaba trabajo encontrar las palabras adecuadas.
Para tratar de recobrar los sentidos, carraspeó y miró la hora en su reloj. Tenía razón, sólo había tardado veinte minutos en arreglarse desde que había entrado en la habitación.
—Está bien. Bueno, entonces... —dijo él, colocándose los gemelos y ajustándose la corbata, antes de dar un paso al frente y ofrecerle su brazo—. ¿Estamos listos para irnos?
Ella asintió, tomándolo del brazo. Peter tomó el chal de su mano y se lo colocó alrededor de los hombros.
—Estás muy guapa.
—Gracias.
Abrió la puerta y la sujetó para que saliera al pasillo. Le volvió a ofrecer su brazo, y caminaron juntos hasta el ascensor. Observó su reflejo en las puertas mientras esperaban, y no pudo evitar pensar en lo buena pareja que hacían.
Sabía que causaría buena impresión a sus invitados. Cualquier hombre que no estuviera ciego se daría cuenta de lo guapa que era. Además, era simpática ‘i divertida, y sabía cuándo hablar y cuándo mantenerse callada mientras se discutía de negocios.
Lo que no había imaginado es que se sentiría atraído por ella.
Las mujeres hermosas no eran ninguna novedad para Peter. Era un millonario hecho a sí mismo, lo que parecía ser un tributo que las mujeres encontraban irresistible. Y había disfrutado con muchas. Las había usado, pidiéndoles citas para un evento u otro, y había acabado con ellas en la cama.
Pero, tal y como él lo veía, también lo habían usado a él. Querían estar con él por su dinero y dejarse ver a su lado por su poder y prestigio.
Sin embargo, Lali era diferente.


No parecía impresionada por su riqueza. Sí, su padre tenía dinero, al igual que muchas de las mujeres con las que había salido. Pero esa circunstancia nunca había sido impedimento para aceptar valiosos regalos.
Apenas había tardado en arreglarse y estaba perfecta. Mostraba seguridad en sí misma y parecía cómoda con cualquier cosa que se pusiera.
Era esa confianza en sí misma lo que lo atraía. Además de eso, la encontraba sencillamente fascinante. Siempre lo sorprendía, haciendo cosas inesperadas.
Y no había cargado ni un solo céntimo a su tarjeta de crédito, lo que le parecía más increíble aún. Deseaba saber dónde había estado todo el día y lo que había hecho.
—Así que... —comenzó mientras entraban en el ascensor—. ¿Qué has hecho hoy?

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