Saturday, October 24, 2015

capitulo 57 y 58

—Quiere decir que te importa —dijo Candela—. Si esto fuera tan sólo un trato, no te importaría tu aspecto esta noche. Probablemente, habrías llevado la misma ropa que te pusiste esta mañana para trabajar, sin pensártelo más.
—Eso no es cierto. Me preocupa mi aspecto —protestó Lali, sin demasiada seguridad.
—Desde luego. Y estabas muy guapa con lo que te pusiste esta mañana. Y por la canción que canturreabas cuando llegaste del aeropuerto, me imaginé que no habías sido obligada a ser la esclava sexual de Peter en Las Vegas —dijo Candela, ladeando la cabeza—. Creo que las cosas entre vosotros se están poniendo serias.
Lali sintió un nudo en la garganta. Una vez más, se daba cuenta de que no podía tener secretos con su hermana, que tan bien la conocía.
—Estoy en un aprieto —dijo, dejando caer la cabeza.
Candela se inclinó hacia ella y apoyó una mano en su rodilla.
—¿Estás enamorada de él?
Lali sacudió la cabeza, como si ni siquiera ella pudiera creerlo.
—No lo sé, pero es posible.
Levantó la cabeza y se encontró con la mirada comprensiva de su hermana.
—Creo que es muy posible.
Entre los nervios por conocer a los padres de Peter y la conversación que había tenido con su hermana, Candela tenía el estómago hecho un nudo. Sus manos sudaban, sus rodillas temblaban y, de vez en cuando, sentía que no podía respirar.
Cuando Peter llegó a su casa a las seis, Lali hizo que su hermana se quedara en la habitación. Lo último que necesitaba era que Candela bajara a observarlo desde algún rincón, como si se tratara de una niña espiando a Santa Claus el día de Navidad.
Pero aunque Candela había accedido a su petición y se mantenía fuera de vista, Lali sabía que estaría observando desde alguna de las ventanas del piso de arriba mientras se metía en el coche de Peter y se iban.
De camino, trató de sacar conversación y de prestar atención a Peter cada vez que hablaba. Pero, por dentro, sentía como si sus huesos y músculos hubieran sido alcanzados por una descarga eléctrica.
El rancho de los Lanzani estaba al otro lado de Gabriel’s Crossing, pero el camino se le hizo muy corto a Lali. El lujoso coche de Peter comenzó a atravesar un camino de tierra, levantando una nube de polvo a su paso.
Una camioneta azul estaba aparcada frente a la casa. Peter aparcó al lado y apagó el motor.
Se quedaron allí sentados unos segundos y ninguno de los dos hizo amago de salir. Lali se quedó fijamente mirando la puerta de entrada, esperando que se abriera y comenzaran a salir sus pesadillas.
Candela tenía razón: se estaba enamorando de Peter y, por alguna razón, le era muy importante gustarle a sus padres.
Aunque le gustaría que no fuera así. Deseaba poder convencerse de que aquélla era tan sólo una cena de negocios a la que le había pedido que asistiera. Pero conocer a sus padres era algo que tan sólo haría una novia.
El sonido de la puerta de Peter al abrirse la sacó de sus pensamientos y, rápidamente, abrió la suya y salió del coche. Respiró hondo y trató de calmar la ansiedad que sentía en el estómago.
Era su amante, se recordó tan friamente como pudo. Aunque fueran su familia, para ella no dejaban de ser otro grupo de extraños a los que debía entretener e impresionar como parte de su acuerdo.
Peter se unió a ella al pie de los escalones que subían al porche.
—¿Lista? —preguntó.
Parecía consciente de su reticencia, aunque estaba tratando de disimular.
Tragó saliva y dejó que la tomara de la mano.
—Claro —dijo, sonriendo.

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