Tuesday, October 27, 2015

capitulo 82

Lali no podía dejar de llorar. No por el modo en que Peter la había tratado la noche anterior, sino porque finalmente había admitido que lo que había entre ellos no iba a funcionar. Y había encontrado el coraje de llamarle y decirle que todo había acabado.
Quizá, si no hubieran tenido la mala suerte de encontrarse con Tisha en aquella fiesta, las cosas habrían sido diferentes. Al menos, habrían tenido tiempo de comprobar hacia dónde iba su relación.
No había pensado en estar para siempre con él, pero mentiría si dijera que no había esperado más.
Pero ahora todo había acabado y tenía que continuar con su vida.
Se sonó la nariz, se secó los ojos e intentó acabar de maquillarse, cosa que llevaba intentando hacer durante la última media hora.
Sollozando, se dio cuenta de que no podía hacer nada para mejorar su aspecto. Ni siquiera se molestó en aplicarse rímel, sabiendo que en breve volvería a llorar y sus mejillas se llenarían de manchas negras.
Tratando de controlar sus emociones, salió de la casa y condujo hasta la oficina de su padre, sintiéndose aliviada porque su hermana no estuviera allí para burlarse de ella por estar llorando por culpa de un hombre al que consideraba escoria.
Sabía que ahora que todo había terminado con Peter, tendría que sentarse con su padre y explicarle que era posible que perdiera su negocio, puesto que el tiempo concedido para recaudar dinero había concluido.
Aparcó en el primer sitio que encontró frente al edificio de Suministros para Restaurantes Esposito, tomó el bolso, cerró el coche y se dispuso a entrar.
La puerta de la oficina de su padre estaba abierta, como de costumbre. Llamó suavemente con los nudillos y se sintió conmovida al verlo levantar la cabeza y sonreír.
—Lali, querida —dijo, poniéndose de pie y rodeando la mesa—. Estás muy guapa. Me alegro de que hayas venido a verme.
Sólo su padre podía hacer un comentario positivo sobre su aspecto de ese día, teniendo como tenía los ojos y la nariz colorados de tanto llorar.
A pesar de que Víctor  era un poco más bajo que Lali, eso no le impidió abrazarla, levantándola del suelo.
Lali rió como solía hacer cada vez que su padre mostraba su afecto por sus hijas, a pesar del dolor que estaba apunto de causarle.
—Papá —dijo, tratando de contener las lágrimas—. Necesito hablar contigo.
La expresión alegre de su rostro se borró al percatarse de la preocupación de su
hija.
—Claro.
Señaló los sillones que estaban al otro lado de su mesa y se sentó, invitándola a hacer lo mismo.

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