Thursday, October 29, 2015

capitulo 13

El todoterreno se detuvo en seco. Peter la miró fijamente.
-Deja a Belen fuera de esto. Una palabra más, Lali, y te juro...
-¿Qué? -Lali temblaba, pero lo miró fijamente.
-Ese es un anzuelo que no morderé. No juegues con eso, Lali, te lo advierto.
Lali comprendió que, al menos, su ataque había borrado cualquier impresión adversa que pudiera haber dejado. Impávida, miró por la ventanilla. Pensó que los juegos eran precisamente la especialidad de Peter. «Deténte... deténte», le gritó una voz interior. Hace ocho años, Lali, ocho años...»
Peter tamborileaba con los dedos en el volante. Sin mirarlo, ella comprendió que también estaba inquieto.
-Sabes, no necesitamos atacarnos todo el tiempo. Quiero ser tu amigo. Nada más.
-No jures sobre la Biblia, si es que esperas subir al cielo.
-Sigues siendo la mujer más bella que he conocido. ¿Es eso lo que tu vanidad necesita que le diga? ¿Es eso lo que querías que te dijera anoche?
Lo miró impasible. Su cara, su semblante le habían ocasionado más problemas que felicidad. La belleza había sido un pasaporte necesario en los afectos especiales de su padre. Fueron sus posibilidades, y no su personalidad lo que indujo a Grant a tomarla bajo su cuidado.
-¿Te quedarás en Torbeck? -preguntó con impaciencia.
Por un breve instante, ella saboreó el horror de la madre de Peter ante la posibilidad de que se alojara en su casa. Y también a Belen le sentaría muy mal. Con la misma rapidez con que había imaginado los estragos que causaría, descartó esa desagradable imagen.
-Me voy a quedar en Lower Ridge -declaró con determinación.
-No puedes hablar en serio. La casa se cae a pedazos.
-La casa se ha mantenido en pie durante años. No creo que se incendie, que estalle o se desplome durante los pocos meses que pienso habitarla.
-¿Has dicho meses? -la interrumpió-. ¿Por qué demonios piensas quedarte tanto tiempo? -Tengo planes, en los cuales no entra mi vuelta al trabajo de actriz -lo miró con disgusto, levantando la barbilla a modo de reto-. Tengo el proyecto de escribir un libro.
Una expresión de burlona incredulidad se dibujó en el rostro de Peter.
-¿Sobre los hombres que has conocido? Harías mejor en no abrir la boca.
Peter no parecía recordar las historias que ella solía escribir en la adolescencia. Tampoco recordaba un sueño que la timidez le impidió compartir con todo el mundo, menos con él. -No te preocupes, Peter, ni siquiera te dedicaré una nota a pie de página -hirviendo de rabia, metió las manos en los bolsillos del pantalón.
-Te compraré la finca. No necesitas quedarte aquí.
-No, gracias. No te gusta la idea de que sea tu vecina, ¿verdad?
-¿Cómo supones que me siento?
-Yo no supongo nada -declaró Lali.
Una vez, ella pagó el precio del exilio por Peter, y nunca más volvería a hacerlo. Él quería la hacienda, pero no sabía que Lali no necesitaba venderla. ¿Cómo reaccionaría al saber que ella era la dueña de la granja y de la mayor parte de la finca que originalmente había sido de los Lanzani?
Grant la había comprado para ella como un regalo sorpresa, con la suposición de que para Lali sería una especie de revancha saberse dueña de la casa que había pertenecido a la familia de Peter.
-Discúlpame si he sido demasiado brusco, pero resulta que eres una complicación para mí.
-No soy una complicación ni para ti ni para nadie -le espetó al bajar del coche.
-Me recuerdas cosas que prefiero olvidar. No creo que te quedes en Lower Ridge más de una semana, al menos con este tiempo. Estaré a tu disposición mientras estés aquí.
Mientras abría la puerta del porche, refunfuñó:
-¡Promesas, siempre promesas...!
Una niña se hallaba sentada en la escalera del espacioso vestíbulo. Una frialdad instantánea asaltó a Lali, ya que se había olvidado de que Peter tenía una hija. Cabello rubio ceniciento, muchas pecas y unas gafas gruesas hacían de aquélla una niña poco agraciada.
-¿Por qué no estás jugando con el grupo, Tina? -le preguntó Peter, sorprendido.
-Porque esperaba que alguien me subiera.
-Yo te llevaré. Disculpa, Lali, te presento a Tina. -¡Hola, Tina! -Lali miró con interés a la niña.

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