Saturday, October 31, 2015

capitulo 38

Lali estaba asombrada. La telenovela Casi angeles la había hecho famosa en todos los hogares. Peter estaba hablando de algo muy preciado para ella.
-Seré franco. No imagino un matrimonio de idas y venidas. Al menos no en un principio. Se trata de algo que debemos discutir con calma -explicó con tono tranquilo.
Lali se volvió de nuevo, pues no quería que la siguiera observando. No consideraba la posibilidad de decir que sí. No era tan tonta. Se aclaró la garganta y repuso con aplomo:
-Sucede, Peter, que no veo a mí misma como la esposa de nadie.
-Podríamos considerarlo como un tipo de compromiso. Por mi parte podría tener un ama de casa y una esposa, del mismo modo que tú podrías preocuparte de tu carrera sin necesitar una semana de siete días de trabajo.
-Una carrera activa requiere una atención total. Si no está uno en el lugar apropiado en el momento indicado, lo mejor es renunciar -replicó, y en seguida se preguntó por qué le importaba tanto discutir con él.
-Yo creí que querías ser escritora -declaró con firmeza.
-Lo más probable es que no lo consiga. Mira, de verdad no sé por qué estoy hablando de esto.
Lali paseaba constantemente por la habitación, apartándose de Peter lo máximo posible. Él se aprovechó del elemento sorpresa cuando la sujetó repentinamente y la besó. Su resistencia se desplomó. Peter buscaba anhelante el contacto de su piel. Vencida por él, la joven se sintió transportada al cielo. Sus sentidos se centraron totalmente en Peter. El lugar, la hora y las razones que había tenido para evitar esa situación se desvanecieron con su autodominio.
Lali se despertó sola tras un inquieto sueño. Al sentarse se tambaleó, mareada, y se llevó las manos a la cabeza. Se sentía mal, realmente muy mal. Tiritando, se arrastró fuera de la cama para encender la calefacción eléctrica. Todos sus músculos protestaron por ese pequeño movimiento. Una bebida caliente, eso era lo que necesitaba.
¿Cuánto tiempo había dormido? Había caído la tarde y sólo tenía un vago recuerdo de la despedida de Peter. Débil y sudorosa, bajó las escaleras:
El teléfono hacía un ruido peculiar, pues estaba mal coIgado. Pensó que seguramente Peter lo habría dejado así. Con esfuerzo volvió a colocar el auricular en su sitio.
En sólo veinticuatro horas Peter la había privado de toda cordura. Por la noche, el deseo era lo bastante fuerte como para aplacar sus temores... pero a las seis de la tarde el poder que ejercía sobre ella le parecía enorme. Peter le había hablado de matrimonio, pero el poco sentido común que aún le quedaba había desaparecido.
Lali pensó que esa rendición final y traicionera suya tal vez había sido interpretada por Peter como una respuesta positiva. En realidad, si quería ser totalmente sincera consigo misma, no sabía qué pensar. En lo más profundo de su corazón su respuesta siempre había sido de duda, pero tenía un terror instintivo a tales impulsos internos.
Su propuesta debió haber sido motivada por el hambre física que los dos sentían. En otras palabras, Peter seguía siendo esclavo de su deseo sexual. Después de su fracaso matrimonial con Paula, sin duda pensaba que no tenía mucho que perder en una segunda oportunidad. Por si fuera poco, sentía unos celos violentos de Grant. ¿Hasta qué punto la llamada de su padre había contribuido a despertar en Peter la necesidad posesiva y primitiva de considerarla como algo de su propiedad? ¿No era verdad que lo sucedido esa mañana había sido simplemente la repetición de una catástrofe ocurrida ocho años atrás?
Titubeó cuando el teléfono sonó con insistencia. Pensó que realmente era una cobardía que no quisiera contestar de inmediato. El insistente timbre era como una aguja que perforaba su dolorida cabeza. Con una exclamación de derrota levantó el auricular.
-¿La señorita Esposito? -la voz de Becky, la eficiente secretaria de Grant, tenía un tono desusadamente molesto y esperó a que Lali confirmara su presencia antes de añadir con fría decisión-: le habla el señor Maxwell.
Por su parte, Lali se preparó para recibir una buena regañina.
-No se te ocurra decirme que no tengo derecho a pedir una explicación -el tono de Grant resonó en la línea como un latigazo-. ¡Lanzani!
Lali se llevó una mano a la frente, que estaba empapada de sudor.
-Ya no está casado -declaró, apretando los dientes.

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