Friday, October 30, 2015

capitulo 21

Tal vez en algún rincón de su subconsciente había regresado a Yorkshire buscando un confrontamiento con Peter. Y de ser así, ¿qué estaba haciendo allí en ese momento? Peter nunca la había amado, pese a lo cual durante un tiempo había estado segura de ese amor nunca confesado. Fue ese pensamiento lo que había hecho pedazos su vida.
¿Dónde estaba el odio que creía sentir por Peter? ¿Había sido verdadero? Pero ese odio ya no era un mecanismo de defensa. Había pensado y reaccionado como una quinceañera desde el mismo instante en que volvió. Él todavía la atraía; así de sencillo. Y el problema debía solucionarse. Belen podría respirar tranquila, pues Lali sabría mantener la distancia.
Ya entrada la tarde, la lluvia se convirtió en nieve. No era el tiempo más apropiado para pasar un día en Scarborough, reflexionó Lali, y en seguida se irritó consigo misma. A la mañana siguiente se despertó en un mundo que se había vuelto blanco. Tras una noche inquieta, se sentía cansada y amodorrada. La habitación estaba muy fría. Pensó en ir al pueblo cuando terminara de desayunar. Se le había terminado la comida y ya no tenía sentido ocultarse, ¿o sí? Habiendo concluido la telenovela y sin ninguna vinculación con Grant, pensó que a nadie le interesaría lo que ella pudiera hacer.
No había recorrido ni siquiera cinco kilómetros cuando el motor de su coche hizo un ruido extraño. Poco a poco fue disminuyendo la velocidad hasta detenerse por completo. Maldijo su suerte. No llevaba ropa adecuada para soportar una caminata con ese tiempo. Llevaba cerca de veinte minutos batallando contra la nieve, cuando oyó que un coche se aproximaba. Su sentimiento de alivio duró muy poco, pues el todoterreno de Peter se detuvo a su lado. Después de abrir la puerta, le preguntó:
-Vi tu coche allí atrás. ¿Qué ha pasado?
-No sé, pero parece que es algo serio -repuso, castañeteando los dientes.
Le dirigió una sonrisa burlona, contemplando su cabello mojado y despeinado.
-No estás preparada para un tiempo tan infernal como este, ¿no es cierto? Supongo que necesitas ayuda.
Dándose cuenta de lo ridículo de su aspecto, murmuró furiosa:
-Por supuesto que no. Llegaré perfectamente al pueblo -metió las manos en los bolsillos de su impermeable y se dio la vuelta.
-No seas ridícula -expresó Peter, impaciente. -Sube y te llevaré al taller mecánico.
-No, gracias -le espetó-. ¿Por qué no te ocupas de tus cosas y te mantienes lejos de mi vida? Peter la miró de arriba abajo.
-Si eso es lo que quieres...
Y arrancó. Lali miró fijamente el vehículo que se alejaba. Durante unos segundos no pudo creer que la hubiera dejado allí. «Sí, eso es lo que quiero», murmuró, algo sorprendida por su propia conducta.
Había recorrido penosamente otros cien metros, cuando el todoterreno regresó. La puerta se abrió en silencio ante ella. Mordiéndose el labio, se deslizó al tibio interior.
-No me habría gustado que te congelaras -declaró él sin miramientos.
-No he debido perder la cabeza -cada palabra se le clavaba en su herido orgullo.
-Aceptemos que ninguno de los dos estuvo a la altura de las circunstancias -concluyó Peter.
Y eso fue todo, lo único que hablaron hasta llegar al taller de reparación. Lali le entregó las llaves al mecánico, quien le sugirió que lo llamara al día siguiente, por la tarde. Cuando Peter volvió al todoterreno la fuerte brisa le despeinó el cabello. Al mirarlo, Lali sintió que algo se le anudaba en el vientre, algo que le impedía respirar.
-Tengo algunos asuntos que atender. Si me esperas, te llevaré de vuelta -anunció él.
La dejó en la puerta de la oficina de correos. La conversación de las mujeres que estaban frente al mostrador se interrumpió de repente, pero al poco rato se reanudó. Lali subía por una calle empinada cuando el violento frenazo de un coche rompió el silencio.
Tina, cruzando imprudentemente la calle, había estado a punto de ser atropellada. El rostro del conductor del vehículo reflejaba terror. Tocó la bocina con impaciencia y luego se alejó. Luego apareció Jessie, sin aliento, sacudiendo la cabeza.

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