Friday, October 23, 2015

capitulo 44 y 45

—Ahora entiendo lo que dicen del sexo después de las reconciliaciones. Quizá más tarde, podamos volver a pelearnos y hacerlo otra vez.
Ella sonrió, segura de que nunca tendría la energía necesaria para discutir o para hacer el amor de manera tan eufórica. Apenas se veía capaz de caminar sobre sus piernas.
En un rincón del enorme y concurrido salón de baile, Peter hundió las manos en los bolsillos de sus pantalones y golpeó el suelo con su bota. Los adultos estaban arremolinados, bebiendo, riendo y comiendo sándwiches y pedazos de queso pinchados en elegantes palillos.
Al menos, eso era lo que le parecía que estaban comiendo. Nada más llegar, había echado un vistazo al contenido de las bandejas que los camareros portaban y había decidido que no había nada que le gustara.
Aquella enorme y lujosa casa estaba decorada con detalles navideños hasta en el último rincón. Odiaba aquel tipo de cosas. Si sus padres no le hubieran hecho ir a aquella estúpida fiesta, estaría en casa en aquel momento, viendo la televisión u ocupándose de algunas faenas en los establos con su hermano.
Pero por las conversaciones que había oído entre sus padres, las cosas no iban bien para la familia, económicamente hablando. Víctor Esposito había contratado a su padre para trabajar con sus caballos y pagaba bien su experiencia. Así que cuando aquel hombre invitó a los Lanzani a su gran fiesta de Navidad, habría sido descortés, según su madre, rechazar la invitación.
Aun así, no llegaba a comprender por qué Pablo y él también habían tenido que ir. Aquello no era más que una pérdida de tiempo para él. Apenas habían asistido más adolescentes, y los que estaban parecían unos esnobs. A algunos de ellos los reconocía del instituto y eran parte del grupo de los populares, al contrario que su hermano y él.
No era que eso le molestara. Le gustaba su vida y ayudar a su padre en el rancho. De hecho, si de él hubiera dependido, habría dejado la escuela y habría pasado el día cuidando animales.
Así, nunca habría tenido que vestirse con aquel ridículo traje y aquella corbata que estaba a punto de estrangularlo. Una vez más, se llevó la mano al cuello y trató de aflojarse el nudo.
Sólo había una persona allí en la que estaba interesado, y era la hija del señor Esposito, Lali. Era uno o dos años más joven que él, y de vez en cuando la veía en el instituto, pero no tenían amigos en común.
Los Esposito eran ricos, y los Lanzani, no.
Lali era muy guapa y popular y no iba con chicos que llevaran vaqueros desgastados, botas y sombreros de vaquero. Claro que eso no era impedimento para que ese tipo de muchachos disfrutaran mirando a las chicas guapas con sus ropas caras.
Y Peter había observado mucho a Lali.
Peter volvió a resoplar y a dar con su bota en el suelo. Nunca tendría el coraje necesario para acercarse a ella en el instituto, pero quizá allí sí. Aquélla era una fiesta
de Navidad. Todo el mundo estaba de celebración y de mejor humor que de costumbre.
Así que quizá...

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