Monday, October 26, 2015

capitulo 78

—Peter, no. No podemos.
—Oh, sí, claro que podemos —dijo mientras le levantaba la falda—. Tenemos que ser rápidos y silenciosos.
Le levantó la falda hasta la cintura y la acomodó en la encimera. De un tirón, le bajó con los dedos las bragas y el liguero.
Lali apenas podía respirar y mucho menos pensar, mientras él le separaba las piernas y acortaba distancias entre ellos, penetrándola.
Ella gimió y hundió los dedos en los hombros de Peter, apretando los muslos contra él en aquella difícil postura. El la embistió una y otra vez, mientras la besaba en la cara y en el cuello y le acariciaba sus pechos y sus nalgas.
Sus caderas se movían al mismo ritmo que él, y ambos se acercaban rápidamente al clímax, Nunca antes había hecho el amor de una manera tan violenta. Pero, ahora que lo había experimentado, había descubierto lo que se había perdido.
Todo el mundo a su alrededor se desvaneció, excepto Peter y las cosas que le estaba haciendo.
Su cuerpo se agitó al llegar al orgasmo, y un segundo más tarde lo hizo Peter. Se quedó unos minutos apoyado contra ella, y después se separó y comenzó a arreglarse la ropa.
Sorprendida por la manera en que se había apartado de ella y consciente de su aspecto desaliñado, se bajó de la encimera y comenzó a colocarse la ropa.
—No deberíamos haberlo hecho —dijo Lali, mientras trataba de ponerse el liguero y ajustar las medias—. ¿Qué pensarán tus amigos?
—Pensarán que hemos tardado un poco más de lo habitual en el baño —le dijo, abrochándose el cinturón y metiéndose la camisa—. O quizá crean que nos hemos dado un rápido revolcón, lo que no deja de ser cierto.
Sonrió, pero no había calidez en sus ojos. Una sensación de frío se apoderó de
ella.
—Peter —dijo, alisándose la falda—. ¿Por qué has hecho esto?
—¿El qué? —preguntó él distraídamente, mirándola a través del espejo, mientras se atusaba el pelo.
—¡Esto! —respondió, agitando la mano y levantando el tono de voz—. Este comportamiento cavernícola de seguirme al baño para encerrarnos aquí y hacer el amor mientras los invitados esperan preguntándose dónde estás.
—¿Qué pasa con ello? —preguntó, acabando de arreglarse—. Te deseaba, y ya que estás de acuerdo en ser mi amante por un tiempo indefinido, puedo tenerte cuando quiera y donde quiera.
Sin esperar su respuesta, Peter se dio media vuelta y se fue hacia la puerta. Abrió el cierre y tiró del pomo.
—Te veré en la mesa —dijo, cerrando la puerta tras él.

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