capitulo 49

—Eres una trabajadora social. Conoces el lenguaje de los signos y te las arreglas para encontrar los colegios para niños con necesidades especiales en el primer día que estás en una ciudad. Ninguna de esas cosas las habría imaginado de la muchacha que conocí en el instituto.
—Bueno, para ser sincera, conozco ese colegio desde hace años. Una miga mía trabajaba allí y, aunque ya no vive en Nevada, me gusta dejarme caer de vez en cuando y pasar un rato con los niños —dijo ella, y se ajustó la sábana—. Han pasado muchas cosas desde que éramos unos adolescentes. Ha habido muchos cambios.
¿Tantos como para que una mujer cruel y egoísta se convirtiera en una mujer desinteresada? No estaba seguro de creer que un cambio tan drástico de personalidad fuera posible.
—Sé que han pasado casi veinte años, pero siento el modo en que te traté en aquella fiesta de Navidad. Tienes razón, era una malcriada y egoísta. Mis padres tenían dinero y eran importantes en la comunidad, y yo pensaba que eso me convertía en rica e importante a mí también —dijo, y sus ojos se ensombrecieron—. Pero en realidad era una bruja.
Puesto que eso era exactamente lo que siempre había pensado de ella, no se molestó en corregirla o hacerla sentir mejor. Era gratificante oírla admitir aquello.
—Lo que dije esa noche —continuó Lali—, fue cruel e imperdonable. Y aunque sé que ya no puedo hacer nada para aliviar el dolor y la humillación que te causé, lo siento.
Peter apretó los puños. Lali estaba a punto de llorar, lo que añadía sinceridad a sus palabras. Pero no estaba dispuesto a que unas cuantas lágrimas y una disculpa tardía lo convencieran de que se había convertido en otra persona y que había dejado aquellos modales de adolescente.
—¿Qué ha pasado para que se haya producido esta admirable transformación? —preguntó él con ironía.
Su respuesta fue breve y sin adornos, haciéndolo sentir como un canalla.
—Mi madre murió.
—Lo siento —murmuró.
—Gracias —dijo, ocultando la mirada tras la cortina de su pelo—. Estuvo un tiempo enferma, y eso hace cambiar a una persona. Pasé de ser una joven sin preocupaciones a sentir que el mundo se me venía abajo. Ahí me di cuenta de que el mundo no giraba en torno a mis necesidades y de que había cosas más importantes que el dinero o la clase social.
No estaba seguro de compartir aquella opinión. Había pasado toda su vida trabajando para tener dinero y conseguir un estatus social en un intento por demostrar a todas las Lalis del mundo que no era tan sólo el hijo de un granjero. Era un hombre de negocios que, en pocos años, se había convertido en uno de los hombres más ricos de Texas.