capitulo 48

De pronto, Lali cambió de postura, acomodando el rostro sobre el pecho de Peter.
—¿Mmm?
Él contuvo la respiración, a la espera de ver si despertaba o volvía a dormirse.
Ella continuó moviéndose, haciendo que apenas recordara que ya habían hecho el amor dos veces esa noche. De repente, levantó la cabeza.
—Lo siento —dijo, bostezando—. ¿Qué has dicho?
—Te he visto esta tarde —repitió, tratando de mantener un tono de voz indiferente—. En el patio del colegio.
Pasaron unos segundos durante los cuales observó distintas emociones en su rostro: sorpresa, culpabilidad, incertidumbre. Enseguida su expresión recuperó su calma habitual.
—Pensé que ibas a estar en una reunión todo el día —dijo ella a modo de respuesta, tirando de las sábanas para cubrirse.
—Se supone que así debía ser. Pero quería saber adónde ibas.
—¿Por qué? No parecía enfadada, tan sólo curiosa, por lo que podía decirle la verdad sin sentirse culpable.
—No gastaste mi dinero ni cargaste nada a mi tarjeta de crédito —dijo, encogiéndose de hombros—. Quería saber qué hacías en Sin City sin gastar dinero.
—Sí que gasté algo —lo corrigió—, pero era de mi dinero.
Lali se acomodó, colocando una de sus piernas entre las de Peter y apoyando la barbilla sobre su pecho.
—Aun así, gasté parte del dinero que me diste en un taxi y en comer. Espero que no te importe.
—No me importa el dinero. No te lo hubiera dado si no fuera así. Quiero saber qué estabas haciendo en un colegio para sordos, cuando la mayoría de las mujeres habrían arrasado con todas las boutiques en diez kilómetros a la redonda.
Lali curvó sus labios en una divertida sonrisa.
—¿Por qué clase de chica me tomas?
—Por una caprichosa —respondió sin parar a pensárselo.
Un destello de dolor asomó a sus ojos, pero no estaba dispuesto a dejarse llevar por aquella reacción.
Suspirando, ella se apartó de él y se sentó, cubriéndose con la sábana.
—Tienes razón. Eso es exactamente lo que era. Quizá todavía lo sea.
La observó cruzarse de piernas y envolverse en la sábana, apartándose al otro lado del colchón para evitar tocarlo. El se incorporó y colocó una almohada detrás de su cabeza sobre la que reclinarse.