Saturday, October 31, 2015

capitulo 32

Ya en su cama, acompañada de su radio, llegó a la decisión de la que tanto se había enorgullecido la semana anterior. Saldría de viaje al día siguiente por la mañana. Vendería Lower Ridge y tal vez incluso la Finca. No le quedaría vínculo alguno ni tampoco excusas para regresar. Ya había dejado de excitar su orgullo mediante falsos fingimientos.
La elección que hizo Peter cuando tenía veintidós años no había matado su amor por él. Durante mucho tiempo había escondido sus emociones en una cárcel de amargura, y ahora se desplomaban las murallas de su castillo. Su débil visión del pasado se había disuelto en las sombras.
Aunque el destino les había dado oportunidad y mutua atracción, y los había empujado a lo que siguió, Peter había hecho un intento notablemente torpe por enfrentarse a la situación, y por último, atormentado por su conciencia, había salido derrotado. Él tenía una gran fortaleza, muy poco común, que con frecuencia se complementaba con un grado muy elevado de terquedad. Además siempre había sido terriblemente leal a su familia. Había llenado los vacíos que su padre había querido llenar. Lali, a sus diecisiete años, había advertido su instintiva protección hacia su madre, que se empeñaba por sostener un matrimonio muerto desde hacía mucho tiempo. Cuando llegó la ruptura, sus hermanas y su madre se aferraron a él como si fuera su única solución.
Lali saboreó toda la violencia de su propia debilidad. En caso de que fuera necesario defender a Peter, ella sería la mejor defensora. De repente, un ruido procedente del otro lado de su cuarto la hizo levantar la cabeza. Frunciendo el ceño apagó la radio. Cuando la puerta se abrió de golpe, sin previo aviso, se estremeció de terror. Transcurrió un segundo antes de que se diera cuenta de que era Peter quien la miraba desde el umbral.
-Estuve llamando a la puerta, pero seguramente no me oíste por la música. No tomas las precauciones debidas. No voy a disculparme por haberte asustado. Pudo haber entrado cualquiera.
-Se me olvidó cerrar con llave -alcanzó a decir. Respiraba con dificultad y de hecho no pensaba en nada. Ya era más de medianoche. ¿Qué demonios quería él?
Peter llevaba un ajustado pantalón vaquero, que realzaba su cuerpo con perturbadora fidelidad. Llevaba también una chaqueta impermeable de color verde oscuro.
Tenía un aspecto abrumadoramente sensual, y al tiempo que lo pensaba se avergonzó de su propia susceptibilidad.
-Salta a la vista que no debo preguntarte si tienes frío -declaró Peter con tono burlón, avanzando lentamente hacia ella.
-¿Te importaría decirme qué demonios estás haciendo aquí? -quiso que su reproche sonara burlón, pero le traicionó la voz.
El fulgor de la lámpara reveló un inquietante rubor en su rostro. Sus verdes ojos tenían un brillo indescriptible, pero su forzada sonrisa traicionaba su aparente aire de tranquilidad. De uno de los bolsillos de su chaqueta sacó una botella y la puso sobre el escritorio; del otro sacó un par de copas de champán, que entregó a la desprevenida Lali.
-Peter... ¿qué se supone que debo hacer con esto?
-Trato de convertir este momento en una celebración -sin soltar la botella, se sentó tranquilamente a un lado de la cama y sacó un sacacorchos.
-¿Una celebración?
-Tal vez tú estés acostumbrada a hacerlo. Yo no. Y no, de ningún modo ha sido mi intención insultarte u ofenderte...
-No necesitas tener esa intención, porque lo estás haciendo estupendamente -tragó saliva y se volvió bruscamente para dejar las copas sobre la mesilla. Peter ladeó la cabeza y agregó en tono íntimo:
-Mucho nos ayudaría que dejaras de retroceder y refugiarte detrás de las almohadas como haría una virgen de educación victoriana ante un violento intruso. Esta noche no estoy de humor para esas cosas.

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