Thursday, October 22, 2015

capitulo 35

Se metió bajo las sábanas de raso, colocó un par de almohadas tras la espalda y trató de adoptar una pose sexy. Pensó en Marilyn Monroe y trató de inspirarse en ella.
Se colocó la sábana por la cintura, luego sobre el pecho y la volvió a apartar de nuevo. Se pasó un brazo por detrás de la cabeza, luego lo bajó.
Al oír el picaporte, se sobresaltó y se quedó en la mejor posición que se le ocurrió en el último minuto. Trató de relajar los músculos de la cara y entre cerró los ojos, tratando de disimular su nerviosismo. Quería hacerle creer que estaba tranquilamente esperando que se metiera en la cama.
La puerta del dormitorio se abrió, y Peter entró, tirando del carro del servicio de habitaciones. Esta vez había una fuente de fresas, una hielera con una botella de champán, dos copas y un gran helado.
En condiciones normales, su estómago habría rugido ante aquella visión. Pero en aquel momento, eran sus otros cuatro sentidos y su libido los que acaparaban su atención.
Peter se giró y posó su mirada en ella. Por la tensión de su mandíbula y la expresión de sus ojos, Lali pensó que debía de gustarle lo que estaba viendo.
Se incorporó, tratando de mostrase soñolienta.
—Hmm, tiene buena pinta.
—Sí —dijo él sin apartar la mirada de ella—. Desde luego que la tiene.
Después de unos segundos de tensión en los que Lali pensó que Peter iba a olvidarse de la comida y saltar sobre ella, él tomó la botella, secó la base y la descorchó. Sirvió el champán en las copas y le entregó una de ellas, seguida de un bol de fresas.
Ella tomó una de las fresas, la mordió y luego dio un sorbo a su champán.
—¿Está buena? —preguntó él.
—Deliciosa.
Peter tomó un largo trago de champán antes de dejar la copa y el bol de fresas a un lado y comenzar a desnudarse. El traje, la corbata, los zapatos... todo desapareció como si se tratara de humo.
Desnudo como ella, regresó junto al carrito, tomó el helado y una cuchara y regresó a la cama junto a ella.
—De esto es de lo que tengo hambre —dijo él. Suavemente, la hizo tumbarse sobre las almohadas. Antes de que pudiera preguntarse lo que iba a hacer, dejó caer un poco de helado sobre su ombligo.
Ella contuvo un grito y a punto estuvo de levantarse al sentir el frío sobre la piel. Pero las caricias de su lengua y el calor de su mirada le hicieron recordar el juego que se traían entre manos.
Lali respiró hondo, se relajó y se hundió entre las almohadas, lista para dejarle hacer lo que quisiera con aquel dulce y pringoso postre sobre su cuerpo desnudo.

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