Monday, October 26, 2015

capitulo 79 y 80

Lali se quedó con la mirada perdida, preguntándose cómo había perdido el control de su vida.
Sí, había estado de acuerdo en convertirse en su amante. Incluso lo había disfrutado después del desasosiego inicial y de darse cuenta de cómo era Peter en realidad.
Pero lo que acababa de ver, no era propio del hombre al que había llegado a conocer. Era el mismo lado oscuro que había visto el primer día en su oficina. Pensaba que había desaparecido, que había cambiado, gracias al afecto que había surgido entre ambos.
Pero al parecer, estaba equivocada. Tremendamente equivocada. Y no podía pretender que no era así.
Sus manos temblaron al recoger su bolso, y tenía los dedos como si acabaran de salir de un congelador.
No podía seguir haciendo aquello. No podía pretender seguir siendo su amante cuando estaban en juego sus sentimientos. No podía continuar con aquello y dejar que el hombre del que se había enamorado la tratara como a una vulgar prostituta.
Por el rabillo del ojo, Peter vio a Lali aparecer al fondo del restaurante, atravesar el comedor y dirigirse directamente a la puerta. Ni siquiera miró en su dirección ni dejó mensaje alguno acerca de por qué se iba.
Por unos segundos, consideró salir tras ella y hacerla volver a la mesa, para que cumpliera su parte del trato.
Pero no podía culparla por irse tan deprisa. No se había comportado como un caballero en los aseos.
Y así debía ser. No quería sentirse culpable por hacer exactamente lo que habían acordado desde un principio, sobre todo sabiendo que estaba tan caliente y ansiosa como él. Al recordar lo que acababa de pasar, deseó salir tras ella y volver a hacerla suya.
Lo que no tenía sentido con su decisión de poner aquella relación en su sitio. No estaba dispuesto a dejarse manipular por unos impresionantes ojos y unos seductores labios Lali era guapa y sabía ser dulce y seductora a la vez, pero no merecía la pena. ¿O sí?
La observó hasta que la perdió de vista y volvió su atención a la pareja que estaba sentado frente a él. Disculpó la ausencia de Lali, inventándose la excusa de que no se sentía bien desde antes incluso de la cena y de que algo le había sentado mal, por lo que había tenido que llamar a un taxi para que la llevara a casa. No estaba seguro de que lo creyeran, pero no le importaba.
Fingiendo un interés que no sentía, dio por terminada la velada, pagó la cuenta y dejó una generosa propina al camarero. En el vestíbulo se despidió de los señores Hasslebeck, tomó su coche y se dirigió a casa.
No sentía remordimientos por la manera en que había tratado a Lali. No echaba de menos tenerla cerca ni escuchar su voz. Estaba cansado de tenerla en sus pensamientos las veinticuatro horas del día.
Al llegar a su casa, apagó el motor y cerró la puerta, dando un portazo.
Estaba mejor sin ella.
A primera hora de la mañana, haría que Nancy llamara a Lali y le preguntara si todavía quería seguir adelante con su acuerdo. Si así era, le dejaría claro que esperaba que estuviera allí donde él quisiera, cuando él quisiera. Y si no, por él no había inconveniente. Incluso acaso fuera lo mejor para los dos. Claro que en ese caso, su primera orden empresarial sería comprar Suministros para Restaurantes Esposito.
En cualquier caso, él era el que saldría ganando. Aunque por desgracia, no se sentía como un ganador.
Subió las escaleras, arrastrando los pies. Se soltó la corbata y se quitó la chaqueta, dejando ambas prendas en el respaldo de una silla, a la entrada de su dormitorio.

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